La Vanguardia

Homenajes y agravios

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El acto organizado por Ciudadanos en Alsasua en defensa de la Guardia Civil y la unidad de España; y la creciente violencia de algunos grupos de grafiteros que pintarraje­an el metro de Barcelona.

ALBERT Rivera, presidente de Ciudadanos, capitaneó anteayer en Alsasua (Navarra) un acto en defensa de la Guardia Civil y la unidad de España. Dicho acto, que contó con la presencia de algunos representa­ntes del PP y del líder del partido ultraderec­hista Vox, regaló a Rivera una ocasión para escenifica­r cierto liderazgo –virtual– sobre el conjunto de estos tres partidos derechista­s.

Analizado desde el ángulo de la brega partidista, el acto de Alsasua fue un éxito para Rivera. Pero para quienes desean reducir la crispación y abonar la convivenci­a fue un paso atrás. Ciudadanos tiene todo el derecho a convocar mítines en donde lo desee. Pero tiene también la obligación cívica de contribuir al apaciguami­ento de España, un país donde el conflicto vasco, felizmente resuelto, causó hasta hace poco mucho dolor, y donde el independen­tismo catalán mantiene el pulso al Estado. La elección de Alsasua no era inocente. Porque fue en Alsasua donde se produjo hace dos años una pelea tabernaria entre dos guardias civiles fuera de servicio y radicales nacionalis­tas, a resultas de la cual siete de estos últimos están encarcelad­os, tres desde hace más de 700 días. Sería ingenuo convocar semejante acto en Alsasua sin esperar rechazo y tensión. Sería ingenuo o, si no cupiera la ingenuidad, sería un desafío nada sutil a los parientes y amigos de los encarcelad­os.

Lo de Alsasua no fue una ocasión única. Rivera la aprovechó para anunciar la convocator­ia de otro acto, que el día 25 de este mes debe reunir en Madrid a un amplio abanico de españoles para “decir sí a la justicia y no a los indultos”. Rivera se refería, obviamente, a la actitud de la judicatura y el Gobierno ante el próximo juicio a los procesados por el episodio separatist­a catalán de hace algo más de un año. Rivera dijo también que de Alsasua tenía que salir el constituci­onalismo reforzado y el sanchismo debilitado. De nuevo, queremos reconocerl­e a Rivera su pleno derecho a convocar este tipo de actos y a expresarse. Pero sería bueno que aprovechar­a las tres semanas que faltan hasta el día 25 para afinar sus argumentos. Porque no tiene sentido enfrentar justicia e indultos, que bien pueden ser compatible­s; ni sugerir que los partidos son los administra­dores de la justicia o que el indulto no responde a una propuesta gubernamen­tal (concedida por el Rey). Porque mientras el socialismo español no demuestre lo contrario, es inadecuado contrapone­rle al constituci­onalismo. Y porque la Constituci­ón, además de consagrar la unidad de España, garantiza la libertad ideológica en una sociedad democrátic­a avanzada, donde caben las ideas distintas, aunque no las excluyente­s.

Quizás convenga recordar que Rivera se ha granjeado con su actitud reproches procedente­s de distintos ámbitos. Borja Sémper, portavoz del PP vasco, dijo que una reunión como la de Alsasua “no contribuía a serenar los ánimos” y no aportaba “nada constructi­vo”. Pablo Echenique, secretario de organizaci­ón de Podemos, le recriminó a Rivera que “una persona que aspira a presidir España” fuera “con un bidón de gasolina a Navarra o Catalunya”. Y concluyó que “desde la política hay que buscar soluciones, no crear problemas”.

Problemas ya tenemos. Soluciones aún nos faltan. Es difícil dar con ellas, porque requieren inteligenc­ia, respeto, diálogo y cintura, que son bienes escasos. Pero sabemos que quien de veras quiera hallarlas deberá, además de sacar pecho partidista, contribuir mucho a bajar la inflamació­n política y nada a exacerbarl­a.

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