Neoautonomismo

Siempre que se llega a la constatación de haber llegado al final de una etapa política, como es el caso del independentismo que debía cimentar las bases para consolidar la República catalana, se alzan voces contra aquellos que quieren convertir el fracaso en un nuevo éxito político. Se critica que aquellos que hicieron descarrilar el tren de la historia para poder llegar a la estación soñada de la independencia de Catalunya sean los mismos que plantean ahora vías de negociación con el Gobierno español. A modo de insulto se les trata de vendidos, botiflers, mercaderes… toda descalificación es poca para destacar su traición. La nueva nomenclatura que empieza a circular en algunos ámbitos independentistas para señalar la orientación de aquellos que han abandonado la vía del conflicto permanente, es el neoautonomismo. Este término, que ahora se utiliza despectivamente, puede acabar adquiriendo fuerte capacidad para definir un nuevo tiempo político para Catalunya en el seno del independentismo. En inicio determinado para definir una traición, el neoautonomismo puede llegar a consolidar una nueva vía que permita pasar de la retórica política sin futuro, como es el caso del Consell per la República, a pactar nuevas cuotas de autogobierno verificables y sostenibles en el tiempo.

Se atribuye esta denominación al posicionamiento de fuerzas políticas como ERC y de una buena parte de PDECat, por intentar abordar un nuevo marco de relación con el Estado español basado en intentar consolidar cuatro ejes de acción: iniciar el sendero del diálogo y la renuncia de la unilateralidad y conseguir garantías para asegurar que su base electoral no sea destruida desde el Estado y si es posible ampliarla; conseguir una mínima base de acuerdos, gestos y actuaciones en la línea de minimizar la posible sentencia a los políticos presos; avanzar en garantizar un acuerdo político que permita aumentar el poder de autogobierno de Catalunya y el peso de sus instituciones, y convencer a los votantes de que hay que volver a hacer política en Madrid con el mismo espíritu táctico del PNV.

Estos cuatro aspectos implican que el tiempo del autonomismo ha de dejar paso a un nuevo tiempo político donde lo principal es explorar todas las opciones para construir más autogobierno respetando el Estado de derecho.