El metro de la Zona Franca atrae más a trabajadores que a vecinos
Los residentes en el barrio de la Marina siguen optando mayoritariamente por el autobús
No hay nada más difícil que cambiar una costumbre. Los vecinos de la Marina llevan tantos años habituados a coger el autobús como única opción de transporte público que la celebrada llegada del metro al barrio hace casi dos meses no les ha hecho variar sus rutinas.
La balanza de usuarios del transporte público se decanta de manera mayoritaria por el tradicional autobús en lugar de la flamante línea 10 de metro en una observación realizada ayer al mediodía en el paseo de la Zona Franca, donde coinciden ambas opciones. Las paradas por las que pasan los buses en dirección al centro de Barcelona viven un trajín continuo mientras las escaleras que bajan al suburbano registran un goteo mucho más inconstante.
En cambio, a media tarde, los vagones se llenan a la par que se vaincluidas cían las oficinas y naves del polígono Pedrosa cercano a la estación de Foc. Lo mismo pasa a primera hora de la mañana en el otro andén, cuando el personal de las empresas allí instaladas llega en metro a sus puestos de trabajo desde puntos bien diversos del área metropolitana de Barcelona previo transbordo en las estaciones de Torrassa (línea 1) o Collblanc (línea 5).
La costumbre es lo que marca la diferencia. “Muchos trabajadores son gente que suele utilizar el metro en sus desplazamientos cotidianos pero venían en autobús porque no tenían más remedio”, destaca Baltasar Pozuelo, presidente de la asociación empresarial Pedrosa. En cambio, el presidente de la coordinadora de las asociaciones de vecinos y comerciantes de la Marina, Abdó Florencio, asegura que “las personas mayores del barrio llevan toda la vida cogiendo el autobús y aunque el metro realmente sea más rápido, les costará cambiar”.
Florencio pone un ejemplo propio. Tenía que ir a visitar un familiar al hospital Clínic y un día optó por el autobús y otro por el metro para comparar. Cogiendo la línea 10 de metro en el barrio y luego la 5, tardó un cuarto de hora menos que en autobús. “Con el bus tardas más pero llegas directo, sin transbordo, y eso para algunas personas es muy importante”, remarca el presidente de la coordinadora vecinal, que critica a TMB porque considera que desde la llegada del metro muchos autobuses que antes eran articulados han pasado a ser simples. “Seguramente nos acabaremos acostumbrando pero no hace falta que nos fuercen a coger el metro haciendo que el autobús vaya lleno”, critica Florencio.
Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) defiende que ambos tipos de autobuses prestan servicio en función del momento. Los datos correspondientes a los usuarios de la línea de metro inau- gurada el pasado 8 de septiembre aún no son públicos pero la compañía de transportes confirma la tendencia de que es más utilizado por trabajadores que por residentes.
Lo cierto es que el cambio de hábitos acostumbra a tardar unos meses. Así pasó cuando llegó a Trinitat Nova en el 2008 y a El Prat en el 2016. La Marina es una de las zonas en el plan de barrios del Ayuntamiento de Barcelona para reducir las desigualdades. Además de un puñado de inversiones concretas en educación, ocupación y salud, en el barrio que colinda con el puerto y l’Hospitalet también se habla de “desigualdades históricas en materia de movilidad que se están revirtiendo con la conexión del metro”, según la concejal del distrito Sants-Montjuïc, Laura Pérez. Los técnicos municipales están haciendo una tarea social en la que en algunos casos se ha incluido el acompañamiento de vecinos para que comprueben en primera persona las bondades del metro en las estaciones Foc y Foneria. Desde la semana pasada, TMB ha activado una campaña publicitaria con el lema “La Marina es de 10” para popularizar la conexión con el metro entre los vecinos. Los anuncios del suburbano se pueden ver precisamente en los autobuses que cruzan el paseo de la Zona Franca.
LA OPCIÓN MÁS FLEXIBLE
El personal del polígono Pedrosa ha acabado siendo el principal usuario de la línea 10
UNA COSTUMBRE ARRAIGADA El cambio cuesta a las personas mayores del barrio que llevan toda la vida cogiendo el bus