Los Mossos vinculan la guerra de bandas con los narcopisos
La policía abrió 46 investigaciones por los ajustes de cuentas entre dominicanos que culminaron con el cierre de 25 pisos de la droga
Los Mossos d’Esquadra buscan la relación entre los narcopisos y la guerra de bandas dominicanas que dejó un reguero de muertos hace dos años en Barcelona y el área metropolitana cuando siete personas aparecieron asesinadas y seis más corrieron el mismo riesgo sin llegar a consumarse. La división de investigación criminal cree que puede existir conexión entre las más de 160 detenciones que se practicaron por aquellos hechos y las 58 personas que fueron arrestadas la semana pasada en una macrooperación que desmanteló una organización criminal que se apoderó del control de más de 25 narcopisos.
La mafia de los pisos de la droga, de origen dominicano, ejercía un control férreo en los inmuebles y recurría a la violencia para amedrentar a las personas que tenía bajo su mando y a las del exterior que suponían una amenaza para su negocio. “Vivían al día y eran muy violentos, tenían un gran afán por el control territorial que se podían traducir en agresiones y amenazas”, señala Toni Rodríguez, jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos.
La policía intervino los teléfonos de los miembros de la banda y se percató de que actuaban con mucha cautela. Evitaban llamarse por el nombre de pila y utilizaban motes del estilo de el Guadaña, el Gordo, el Franki, el Belleza...
Se estructuraba siguiendo unos roles muy definidos y que reproducían a modo de franquicia en cada piso que ocupaban. La estructura era muy jerarquizada en los niveles superiores, pero más difusa en los escalafones más bajos.
En la cúspide se situaban los suministradores que eran los que abastecían de droga y negociaban con otros grupos la adquisición de la mercancía. En segundo lugar, actuaban los jefes cuya misión consistía en controlar la expansión del negocio, buscar pisos, definir la estrategia y designar a los responsables de controlar el narcopiso. El jefe de zona, el tercero en la cadena de mando, llevaba la batuta de varios pisos, recibía la recaudación y coordinaba los problemas de convivencia que pudieran aflorar con los toxicómanos. Y por último, en el cuarto nivel, se encontraba el encargado del narcopiso que gestionaba el stock y avisaba a sus superiores si había problemas con los consumidores de la droga. La banda también contaba con otras dos figuras: los punteros con el propósito de advertir la presencia de la policía, y de los correos que se desplazaban desde el almacén donde se acumulaba la droga hasta los narcopisos transportando pequeñas cantidades de sustancia para que ante la posibilidad de ser descubiertos las penas fueran mínimas. El reparto en ocasiones se hacía en patinete eléctrico.
En la actualidad, continúan activos una decena de narcopisos en el Raval, si bien la operación policial ha provocado un desplazamiento de los toxicómanos hacia otros barrios como la Mina y la Zona Franca. El intendente Rodríguez subrayó que el fenómeno de los pisos de la droga no desaparecerá si no se contemplan otras medidas más allá de las policiales. “Catalunya no se puede convertir en un reclamo para los delincuentes”, avisó.
La estructura era muy jerarquizada, y ejercían mucha violencia tanto de forma interna como ante amenazas externas