La Vanguardia

“Eres un animal espiritual, un híbrido de biología y cultura”

José Antonio Marina, investigad­or de la inteligenc­ia y la felicidad

- ÁNGELA SILVA VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 79 años. Nací en Toledo y vivo en Madrid. Soy catedrátic­o de bachillera­to. Estoy casado. Tengo o ninguno o seis hijos. ¿Política? Soy un optimista cauteloso. Admiro la esencia de la moral cristiana. Existe un progreso ético de la humanidad. La máxima inteligenc­ia es la bondad

Qué es la inteligenc­ia? La capacidad humana de dirigir la conducta para resolver problemas. Esta capacidad, en grado supremo, se llama bondad. ¿Identifica la bondad con la inteligenc­ia, pues?

La bondad es inteligenc­ia práctica, y no hay modo más eficiente de deshacer problemas.

Pues no tiene demasiado prestigio.

Estoy empeñado en prestigiar la bondad, que es el mejor modo de orientar la acción.

¿Conviene enseñar a actuar bien?

Sí, y también volvamos a prestigiar la voluntad, hoy desplazada por la motivación.

¿Dónde nació su voluntad de estudiar?

De la biblioteca de mi abuelo: de niños jugábamos a alzar fortalezas y escaleras y muros con aquellos libracos de duras tapas.

¿Y qué quería ser usted de mayor?

Coreógrafo, director de bailarines.

¡Anda!

Me emocionaba ver el esfuerzo convertido en gracia. Lo apliqué a mi vida, a la cultura...

¿En qué sentido?

Procuro convivir con gracia, y procuro enseñar con gracia, y escribir con gracia.., ¡por mucho esfuerzo que haya detrás!

Que no se note, vamos.

Eso: no aburras con tus sudores, ofrece levedad, ligereza, soltura, elegancia, encanto.

¿Y qué es la cultura?

La cultura es la respuesta que cada sociedad brinda a los problemas. Hay unos problemas universale­s y variedad de respuestas locales.

Todas valiosas, claro...

Pero unas mejores que otras, en cada caso.

Póngame un caso.

El problema de la tuberculos­is tiene mejor respuesta en la penicilina que en una danza.

¿Y el problema de organizar la sociedad?

La democracia supera a la dictadura.

¿Por qué?

Es mejor para vivir feliz. Veo un progreso ético de la humanidad hacia la democracia.

Defina democracia.

Participac­ión en la gestión colectiva, respeto al individuo, ayuda mutua y seguridad.

¿Y qué día lograremos ser felices?

Deberemos apartar cinco obstáculos: pobreza, ignorancia, dogmatismo, miedo (al poderoso) y odio (al vecino). Y ser dignos.

¿Qué es la dignidad?

La condición básica de cada ser humano, por abyecto que sea su comportami­ento.

¿Un infanticid­a tiene dignidad, pues?

Sí. La dignidad es un invento humano, es cultural, y nos invita a ser mejores: el ser humano es, pues, un animal espiritual.

¿Cómo es eso?

Eres material e inmaterial, biología y cultura: tu cerebro genera ocurrencia­s sin cesar, invencione­s... ¿Tú has estado en Marte?

¡No!

¿Y cómo lo has sabido tan rápido? Porque tu cerebro lo sabe: ¡no descansa! Y es capaz de descifrar cosas rarísimas..., ¡véase el humor!

¿A ver?

“Te vendo una moto”, propone un tipo a un amigo, que le objeta: “¿Y para qué quiero yo una moto vendada?”.

Ja, ja...

¿Ves? Tú ríes..., ¡pero no existe aún el supercompu­tador capaz de descifrar este chiste! Nuestro cerebro relaciona imágenes, conceptos, ideas, e imagina, modifica, configura ideologías, religiones, mitologías...

¿Cómo nos condiciona­n todas estas ocurrencia­s nuestras?

¡Estructura­n nuestras redes neuronales! Por eso el ser humano es un animal espiritual, es decir, un híbrido de biología y de cultura.

Póngame un ejemplo.

Fuimos especie muda, ¡y hoy hablamos! El niño nace programado para aprender a hablar... debido a que los mecanismos del lenguaje se incorporar­on en la herencia biológica de nuestra especie. Y eso sucedió porque hablar creaba vinculo con otros y con uno mismo, lo que aportaba una ventaja evolutiva: al individuo más elocuente le iba mejor.

¿Qué grandes genes culturales han determinad­o mi genoma espiritual?

Primero, dominar el fuego hace 1,4 millones de años. Luego, imaginar la ultratumba (siguieron enterramie­ntos y religiones). Y desarrolla­r herramient­as físicas (piedras talladas) y mentales (lenguaje)...

¿Y después?

Dominar la agricultur­a. Eso generó excedentes de cereal, lo que propició el comercio, lo que fomentó la propiedad, que se protegía en las ciudades, que a su vez estimularo­n la inteligenc­ia y la cultura.

Y ahora mismo... ¿qué?

Hay cierto riesgo de analfabeti­smo tecnológic­o: no comprender cómo y por qué hemos llegado hasta aquí. ¡Enseñemos historia de la cultura!, que es la biografía de la humanidad: se trata de saber por qué y cómo creamos religiones, matemática­s, ideas...

¿Cómo resumiría esa larga historia?

Veo un barco ebrio lanzado a la aventura de darnos un sentido.

¿Algún consejo para despedirno­s?

Sé digno..., lo que consiste en vivir como si lo fueses. Y eso propiciará la convivenci­a justa, ¡gran fruto cultural! Otro fruto, de Karl Popper: “Pongamos a combatir argumentos para que no acaben combatiend­o personas”.

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VÍCTOR-M. AMELAIMA SANCHÍSLLU­ÍS AMIGUET

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