El Supremo se corrige y falla que pague el cliente
OeRevocada la resolución previa de una sección que cargaba el impuesto a la banca oeLa decisión suscita un alud de críticas hacia el tribunal
Frenazo en seco y marcha atrás. El pago del impuesto de actos jurídicos documentados (AJD), conocido popularmente como el impuesto de las hipotecas, deberán pagarlo como hasta ahora los clientes y no los bancos. Esto es lo que decidió anoche por 15 votos a 13 el Tribunal Supremo (TS), tras dos jornadas de deliberaciones del pleno de la Sala de lo Contencioso Administrativo. La escena después de la batalla refleja a un Supremo partido en dos, con la ligera ventaja de uno de los sectores, que por una diferencia de dos votos ha conseguido darle la vuelta a la tortilla de lo resuelto por sus propios compañeros hace menos de tres semanas. El resultado es que allí donde la Sección Segunda de dicha Sala decidió que el impuesto de actos jurídicos documentados debían pagarlo los bancos, ahora se resuelve lo contrario.
Para llegar a esta resolución, el pleno de la Sala de lo Contencioso ha tenido que desautorizar a dicha Sección Segunda, que el pasado 16 de octubre estimó tres recursos del Consistorio de Rivas Vaciamadrid, sentando la entonces nueva doctrina, a favor de los prestatarios, para que las entidades financieras tuvieran que hacer frente a los gastos de los impuestos de las hipotecas. En aquel caso, el resultado de la votación fue de 5 a 1. Pero el presinea dente de la Sala, Luis María Díaz Picazo, convocó un pleno al comprobar que la decisión tomada por aquel grupo de magistrados, los de la Sección de Tributos, que es la segunda de lo Contencioso, habían aplicado un criterio con mucha oposición entre sus propios compañeros del Supremo.
La sospecha generalizada, en todo caso, fue y sigue siendo que la Sala de lo Contencioso había caído bajo una lluvia de presiones para que el nuevo criterio de los magistrados de la Sección de Tributos no llegara a consolidarse. Las tres sentencias dictadas el pasado 16 de octubre ya no se cambian, y sus beneficiarios van a ser unos privilegiados. Porque lo que anoche hizo el Supremo es volver a la doctrina antigua y enviarle a las entidades bancarias el mensaje de que pueden olvidarse, felizmente para ellas, de la nueva lí- que apareció para resolver aquellos tres primeros casos. Lo que no podían hacer era levantar aquellas sentencias.
Pero el pleno es soberano, y lo que sí pudo hacer ayer fue dinamitar el acuerdo adoptado por sus colegas. Por tanto, el Supremo vuelve sobre sus pasos, al precio de quedar con la imagen de que se ha rendido a la banca y al precio también de desautorizar precisamente a la Sección de Tributos, que en teoría son los grandes derrotados internos de este asunto. Con un matiz, y es que en la reunión de dicha Sección el pasado 16 de octubre hubo varias ausencias.
Los magistrados Rafael Toledano y José Antonio Montero no estuvieron en aquella deliberación y, como se puso de manifiesto ayer por sus intervenciones en el pleno, hubieran votado en contra del acuerdo adoptado. Su criterio es favorable a que los impuestos de las hipotecas los paguen los clientes. Y un tercer magistrado, Dimitry Berberoff, sí estuvo en aquella deliberación y votó en contra. Por tanto, si hubieran estado todos aquel día, las resoluciones que optaron por favorecer al cliente y no a los bancos hubieran ganado las votaciones, pero por 5 a 3. Todo ello abunda en la idea de que el Supremo estuvo y de hecho sigue estando a todos los niveles, muy dividido sobre quién debe pagar los impuestos de las hipotecas.
Antes de la votación final se
IMAGEN DAÑADA El tribunal vuelve sobre sus pasos al precio de quedar con la imagen de rendido a la banca
FRACTURA INTERNA El TS tardará en recuperarse por la gran división interna que ha puesto de manifiesto
planteó ayer una propuesta que perseguía ser de consenso, pero que al ser rechazada dio paso a la propuesta de ir definitivamente al grano y elegir entre los clientes y la banca como responsables del pago de las hipotecas. La propuesta de consenso consistía en que se diera por buena la nueva doctrina del Supremo, a favor de los prestatarios, pero con la condición expresa de que no habría ni la más mínima retroactividad. Los proponentes creían que con ello se calmarían las mayores ansiedades y quejas de la banca. Por ello, renunciaron a plantear que la retroactividad fuera por cuatro años, que es la legalmente vigente para reclamar el pago de impues-
tos no satisfechos. Pero ni con la retroactividad cero lograron que prosperara su criterio. Sometida a propuesta de admitir el pago de la banca, y no de los clientes, pero sin retroactividad, resultó rechazada por 17 votos a 11.
El acuerdo finalmente adoptado implica asumir que los magistrados que quisieron aplicar una nueva doctrina cometieron un error y dictaron sentencias sin fundamento, aunque ahora sean intocables. Las tres nuevas sentencias que ahora tendrá que dictar el Supremo han sido confiadas a los magistrados Jorge Rodríguez Zapata y Eduardo Espín, que pertenecen a la mayoría partidaria de que los impuestos los pague el cliente.
El Supremo tardará en recuperarse de este autogolpe. Primero, por la propia dinámica que ha seguido en la resolución de las reclamaciones que planteaban que el pago de los impuestos correspondiera a los bancos. Pero también por la gran fractura interna que se ha puesto de manifiesto.
La diversidad de puntos de vista y de propuestas que expusieron los magistrados refleja no sólo la complejidad del asunto, sino el déficit de gestión que admitió el propio presidente del Supremo, Carlos Lesmes, cuando la semana pasada reconoció los errores cometidos.