La Vanguardia

Oleada de votantes

Los centros de votación de Nueva York certifican un interés sin precedente­s en unas ‘midterm’

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Unos niños llegan a su escuela, la Harriet Tubman, en Harlem, pese a que las aulas están cerradas. Su centro se ha convertido este 6-N en colegio electoral. La profesora les ha convocado a una actividad cívica. Todos lucen una camiseta amarilla. En el pecho se lee: “Yo no puedo votar”, mientras que en la espalda sostienen que “Tú sí que puedes”.

Parece que les han escuchado. “Tenemos una muy densa participac­ión, mucho más que en otras elecciones de medio mandato”, señala Frederic Umane, comisionad­o por los republican­os en la junta electoral de Nueva York.

“Es la convocator­ia que recuerdo con más gente, al margen de las presidenci­ales. Los ciudadanos están ansiosos, quieren participar. Se palpa el interés, ya que a nivel nacional se da la posibilida­d de perder lo que se ha avanzado”, apostilla el conservado­r.

“¿Por qué el interés? Lo explicaré en dos palabras, Donald Trump”, tercia Alan Schulkin, que ejerce ese mismo cargo de comisionad­o pero en representa­ción del Partido Demócrata.

“Hay cosas en juego y el presidente ha polarizado estos comicios. La gente no está contenta con la dirección del país”, recalca.

En esta campaña electoral, marcada por el tono colérico e insultante de Trump, hasta el punto de ponerse él en el centro de las urnas, se pronosticó que habría una oleada de votantes. Por lo visto en el recorrido por Nueva York, la hubo. Los republican­os aseguran que al final será roja, su color. Los otros, que azul.

Todo depende del prisma desde el que se observe y del lugar, por supuesto. Si la Gran Manzana ya de manera natural siente poco aprecio por el neoyorquin­o que ocupa la Casa Blanca, en este enclave de Manhattan, todavía feudo mayoritari­o de negros e hispanos, la ojeriza es aún mayor.

En el interior hay algo de cola ante las máquinas para votar. Afuera –dentro no dejan que los periodista­s pregunten–, el resultado casi es unánime. No importa qué candidatos compiten, la referencia es Trump.

“Todo eso del muro, de la caravana, de criminaliz­ar a los inmigrante­s y a los progresist­as, de separar familias ha motivado mucho. Esto ha de cambiar y para eso hace falta un contrapeso liberal en el Capitolio”, afirma Alana Elstock, afroameric­ana de 25 años. Esta joven, que dio su apoyo a Hillary Clinton una vez que fue derrotado el senador Bernie Sanders, califica de “asquerosa” la manera en que el presidente se refiere a las mujeres y, en concreto, a las negras como ella.

Otra como Nicole Castillo, de 45, que va con su hija Melia, de 11, alega que ella vota demócrata por la cobertura sanitaria o porque “la economía no va bien, salvo que seas un inversor de Wall Street o millonario”.

Una y otro y unos cuantos más, y todos en contra del mismo. Hasta que aparece una mujer rubia. Se ha de tener en cuenta que cada vez se ven más blancas como ella en Harlem. “Voto republican­o, voto por Trump”, sostiene, como si fuera la aguja en el pajar.

Se llama Donna Adan, tiene 44 años, es neoyorquin­a de nacimiento y ejecutiva de empresa tecnológic­a. Hace doce meses se instaló junto a su marido en este barrio. Sus orígenes se hallan en el Upper

La Gran Manzana mostró poco cariño por Trump en el 2016 y parece que dos años después, también

East, una zona más adinerada.

“Ya sé que sorprende que en una ciudad progresist­a, y en esta zona, alguien defienda al presidente. Pero los progresist­as hablan mucho y hacen poco. Tengo amigos demócratas con buenas intencione­s, pero no pasan de la calle 86. Obama se expresaba muy bien y no actuaba. Trump es más áspero, pero hace cosas, volvemos a ser el país número uno”.

Tampoco le molesta cómo trata a las mujeres. Cuenta que, por su trabajo, conoce personalme­nte al presidente de antes de lograr el cargo y que puede dar testimonio desde el otro lado. Su visión es que Trump alude a ese tipo de mujeres que él se encontró muchas veces, que iban a fiestas o actos sólo a la caza. “Los medios liberales pintan a las mujeres como víctimas, pero muchas también son responsabl­es”, remarca.

En el Bronx, a Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años y camino de ser la congresist­a más joven, le preguntaro­n qué sentía al ver su nombre en un papeleta y votarse a sí misma. “Es surrealist­a”, dijo. “Pondré la dignidad por delante”, respondió sobre sus objetivos.

 ?? BRENDAN MCDERMID / REUTERS ?? Cola de votantes en un colegio del barrio de Brooklyn, en Nueva York
BRENDAN MCDERMID / REUTERS Cola de votantes en un colegio del barrio de Brooklyn, en Nueva York

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain