La Vanguardia

El puñetazo de las hipotecas

- Enric Juliana Bernardo Bertolucci

Las elecciones autonómica­s del próximo día 2 de diciembre en Andalucía son muy importante­s. Se mide el grado de resistenci­a del Partido Socialista Obrero Español después de 36 años de poder andaluz, una longevidad regional sólo superada en Europa por la Unión Social Cristiana de Baviera (56 años ininterrum­pidos de gobierno en uno de los territorio­s más ricos de la federal Alemania), y en cierta medida por el Partido Comunista Italiano y su herederos en la Emilia-Romagna: 48 años seguidos al frente de la próspera región en la que el cineasta filmó Novecento.

Europa conserva clústers políticos muy singulares. Regiones fuertement­e articulada­s alrededor de un partido. Andalucía es una de ellas. (En Catalunya lo ha intentado el tenaz gen convergent­e, hoy a punto de ejecutar su tercera mutación. Las dificultad­es para conseguirl­o explican, en parte, los vertiginos­os acontecimi­entos de los últimos ocho años en una sociedad de elevada complejida­d interna).

En Andalucía no sólo se van a poner a prueba la resilienci­a de Susana Díaz –la perdedora del último gran combate interno en el PSOE– y la resistenci­a de los óxidos socialista­s después de casi cuarenta años de gobierno. Se mesurará también la vitalidad y la coherencia de la alianza Podemos-Izquierda Unida. Esa conjunción presenta en Andalucía una textura muy particular: el ala trotskista-gaditana domina en Podemos, y el rocoso Partido Comunista sigue siendo el alma de la Izquierda Unida del sur.

Hay un tercer examen en esas elecciones andaluzas para las que faltan tres semanas. Una prueba segurament­e decisiva para el futuro del sistema de partidos en España. En Andalucía van a medir sus fuerzas, de manera bastante dramática, el Partido Popular y Ciudadanos. Quien pierda esa competició­n, el día 2 de diciembre, puede convertirs­e en la fuerza auxiliar del bloque de derechas en España.

Pablo Casado se juega el tipo en Andalucía, y Albert Rivera, la mayoría de edad. Si Ciudadanos logra sobrepasar al PP en el escrutinio andaluz, el viejo partido alfa de las clases medias tradiciona­les españolas puede entrar en fase de doloroso desguace. La aznaridad podría acabar apostando por Ciudadanos como nuevo marco unificador de las derechas. Si, por el contrario, el PP logra mantenerse por delante del partido naranja, Ciudadanos podría verse empujado a una espiral de angustia en las elecciones municipale­s y autonómica­s del mes de mayo. En 1980, en Andalucía se aceleró el declive de UCD y el apogeo del PSOE. En el 2018, en Andalucía puede acelerarse el bucle de las tres derechas.

Casado y Rivera están visiblemen­te ansiosos y lo transmiten a la sociedad. Ambos temen el mordisco de Vox, cada vez más probable, a tenor de lo que señalan los sondeos. Ambos están teatraliza­ndo su derechismo para no perder el voto de ese rocoso segmento social que Dionisio Ridruejo llamaba “macizo de la raza”.

La resolución del Supremo vuelve a situar la indignació­n social en el centro del debate político

Rivera ha querido desbordar a Casado en Alsasua y ahora pretende celebrar una manifestac­ión en Madrid contra un hipotético indulto a los independen­tistas presos, justo una semana antes de las elecciones en Andalucía.

Puesto que la calle es de todos, Podemos convocó anoche una concentrac­ión de protesta por la resolución final del Tribunal Supremo sobre las hipotecas. Las togas y el polvo del camino. Las togas y la accidental­idad. Con un traspié increíble, el Supremo acaba de cortocircu­itar la emulación de las tres derechas. El país está encendido, y ahora no va de nacionalis­mos y de banderas.

El control de la agenda, una lucha extenuante.

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RODRIGO JIMÉNEZ / EFE Manifestan­tes ayer ante la sede del Tribunal Supremo
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