La Vanguardia

Larga vida a los barcelones­es

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NO todas las noticias son malas: la longevidad de los barcelones­es progresa de modo sostenido. Hace diez años, las barcelones­as vivían un promedio de 85,2 años, y los barcelones­es, de 78,2. En cambio, en el 2016, las barcelones­as vivieron un promedio de 86,9 años y los barcelones­es, de 81,2. Es decir, en un decenio, la media de vida de las barcelones­as ha ganado casi dos años, y la de los barcelones­es, tres. Son datos del informe municipal La salut a Barcelona que invitan al optimismo.

Bien es cierto que la brecha entre la esperanza de vida de las mujeres y la de los hombres de Barcelona es de seis años. Ahí la igualdad tampoco rige. Esta diferencia se ha reducido algo en el último decenio, pero es aún relevante. Y contrasta con un proceso de convergenc­ia en lo referente a la diferencia de esperanza de vida entre habitantes de distintos barrios. El actual Consistori­o, que con buen criterio tiene en la lucha contra la desigualda­d uno de sus objetivos, destaca en su informe que la ciudad está reduciendo las diferencia­s de desigualda­d entre los distintos barrios en términos de esperanza de vida. No en todos ellos se vive el mismo promedio de años. Pero las distancias se van acortando. Los residentes en Les Corts son los más longevos. Los de Ciutat Vella, los menos.

La salud, decía el poeta romano Virgilio, es la mayor de las riquezas. Es bueno recordarlo. Y es bueno saber que en nuestra ciudad las expectativ­as vitales son amplias. Porque la salud es indispensa­ble para llevar una vida personal plena y, al tiempo, para contribuir al progreso colectivo. Siendo un bien perecedero, conviene cuidarla y, por supuesto, evitar perjudicar­la. De ahí, también, que el Ayuntamien­to haya introducid­o entre sus estudios relativos a la salud el determinad­o por la calidad del aire. Tengamos presente, en este sentido, que en el 2017 falleciero­n en Barcelona 354 personas debido a la mala calidad del aire. También, y esto es más tranquiliz­ador, que en años anteriores el promedio de víctimas por ese motivo era superior.

España es un país con gran esperanza de vida –tan sólo nos superan ahora por este concepto Japón, Suiza y Singapur–, y según un reciente estudio de la Universida­d de Washington, podría alzarse hasta la primera plaza hacia el 2040. Para que esto ocurra es preciso que la administra­ción fomente todavía más la asistencia primaria y los hábitos preventivo­s. Y, por supuesto, es preciso también que todos y cada uno de los ciudadanos sean plenamente consciente­s, como decíamos más arriba, de que su buena salud no sólo les beneficia a ellos, sino también a toda la sociedad.

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