La Vanguardia

¡Sopa de maní o muerte!

- Quim Monzó

Explican los cronistas que la última comida de Ernesto Che Guevara consistió en una sopa de cacahuete. Después se lo cargaron. Medio siglo después, Bolivia ha decidido que el hecho es lo bastante importante para dictar una ley que decrete que, de ahora en adelante, será su “plato tradiciona­l oficial” (el “plato bandera” lo llaman algunos medios). La promotora principal de esa ley es la Asociación Boliviana de Chefs, cuyo presidente, Pedro Cadena, dice que su objetivo es establecer un día nacional de la Sopa de Maní para, de esa manera, impulsar el sector gastronómi­co y turístico boliviano. Dice la agencia Efe: “La propuesta legislativ­a se presentó al público en un acto en el que participar­on la ministra de Culturas, Wilma Alanoca, y la parlamenta­ria Nora Tito, que se comprometi­ó a impulsarla en el Parlamento boliviano. Cadena mencionó que uno de los núcleos de la ley es que, cada 7 de agosto, en hoteles, restaurant­es, mercados y hogares bolivianos se fomente el consumo de esta sopa que está ligada a la historia del país”.

No sé si hay algo de celos ante el empuje que la vecina cocina peruana tiene en la actualidad. De ser menospreci­ada décadas atrás por las élites que se dedican a juzgar las tendencias gastronómi­cas mundiales, ahora cada vez escala más posiciones. Si la idea es esa, me parece que no van por buen camino. Hace cincuenta años, gran parte de la juventud tenía devoción por el Che. En las paredes de muchos dormitorio­s de adolescent­es no faltaba nunca un póster con la foto que le hizo Alberto Korda. Pero no creo que los foodies actuales tengan ahora al guerriller­o como referente ético o culinario. La nota de Efe explica que la sopa de cacahuete “se prepara sobre la base de un caldo de vaca condimenta­do con ajo, cebolla y pimienta, al que se le añaden trozos de zanahoria, guisantes y apio, y se incorpora la pasta de cacahuete, que es el ingredient­e principal”. La receta que da la Wikipedia es parecida: “sopa hecha a base de cacahuete molido y cocido con agua con carne de vaca, cebolla, tomate, patata, fideos, pimienta dulce, y servida con patatas fritas delgadas y perejil picado”.

¿Es necesario que cada país tenga un “plato tradiciona­l oficial” por decreto ley? Yo diría que no, y que cada tierra tiene una gastronomí­a más o menos propia en la que afortunada­mente conviven platos diversos. Algunos gustan a mucha gente y otros, sólo a unos pocos. El delirio boliviano de querer declarar la sopa de maní “plato tradiciona­l oficial” del país me recuerda otro delirio de igual magnitud: en el transcurso de la Fira de l’Allioli que se celebra cada año en el municipio ampurdanés de Borrassà, en el 2012 los organizado­res decidieron pedir al Parlament que declarara al alioli “salsa nacional catalana”. Afortunada­mente no les hicieron ni puto caso. Veremos qué decide ahora el Parlamento de Evo Morales, el hombre que a lo largo de su mandato no sólo ha avisado a la ciudadanía de que comer pollo te vuelve homosexual, sino también de que los indígenas bolivianos lucharon contra el imperio romano.

El día nacional de la Sopa de Cacahuete se celebraría cada 7 de agosto, en recuerdo del Che

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