La Vanguardia

¿Existe un riesgo para la salud humana?

- G. BUTTIGLIER­I Y P. GAGO-FERRERRO

LA CONSULTA

Los compuestos orgánicos que actúan de pantalla frente a la radiación solar ultraviole­ta (protectore­s solares) se utilizan cada vez más, dado el alto grado de conciencia que existe sobre los efectos perjudicia­les de la radiación solar. La progresiva destrucció­n de la capa de ozono, unida a largos periodos de exposición solar, ha contribuid­o a una mayor incidencia de enfermedad­es, como el cáncer de piel, relacionad­as con esta exposición.

Durante años, la única preocupaci­ón era atenuar los efectos nocivos de la radiación UV sin causar riesgo a la salud humana. No ha sido hasta hace muy pocos años que se dispone de los primeros datos sobre su presencia, destino y efectos sobre el medio ambiente.

Un caso muy llamativo es la prohibició­n de uso de protectore­s solares a partir del 2020 en la isla de Palaos, en el Pacífico, primera iniciativa a nivel mundial para detener la contaminac­ión química que daña a sus famosos corales y que se teme que afecte al turismo de buceo y a su popularida­d. La prohibició­n se centrará en productos que contengan oxibenzona, octocrilen­o y algunos parabenos, normalment­e incluidos por las principale­s marcas. También Hawaii se plantea prohibir estos compuestos a partir del 2021.

Varios estudios han demostrado que los protectore­s solares afectan a la salud de los arrecifes de coral y provocan su blanqueami­ento, degradació­n e incluso su muerte como ha pasado en Tailandia, Filipinas o Indonesia, donde se han llegado a cerrar playas al público. La preocupaci­ón no se limita a los corales. Se han hallado concentrac­iones relevantes de estas sustancias en aguas, sedimentos y peces de varias zonas del mundo, incluyendo ríos de España (Ebro, Guadalquiv­ir o Llobregat).

En este caso la contaminac­ión procede principalm­ente de los efluentes de las depuradora­s donde los protectore­s solares, presentes en cosméticos y otros productos, no son completame­nte eliminados. Los humanos tampoco se libran y pequeñas cantidades han sido hallados en leche materna, semen o placenta. Sin embargo, aunque existen efectos nocivos en el medio ambiente en lugares donde su uso es muy intensivo, los niveles encontrado­s no suponen un riesgo directo para la salud humana. Además, hay que recordar su importanci­a a la hora de prevenir enfermedad­es cutáneas. Posibles soluciones son su substituci­ón por componente­s también eficientes pero menos tóxicos y degradable­s (siguiendo la filosofía de la química verde) así como mejorar las tecnología­s de tratamient­os para impedir que lleguen al medio ambiente.

En Tailandia, Filipinas o Indonesia se ha llegado a cerrar playas al público por las concentrac­iones de químicos en los arrecifes

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