Valverde quiere más
Equipo. La sensación fue de nuevo que el Barcelona ha suplido la ausencia del mejor jugador de la historia a través del equipo más un plus de Luis Suárez. Lo que podía haber sido la travesía del desierto y la magnificación de la ineludible Messidependencia resulta que ha acabado siendo la recuperación de los jugadores del Barcelona en un posible mundo sin Lionel Messi. Y el principal responsable de todo ello ha sido Ernesto Valverde; no ha sido el único porque muchos jugadores azulgrana han rendido algo más de lo que lo estaban haciendo, pero sin duda es el artífice. Vimos de nuevo al Ernesto que quiere más, al entrenador que nunca tiene suficiente ni con su equipo ni consigo mismo. Mientras el Barcelona le daba un baño al Inter, un equipo que cuando no se enfrenta al Barcelona sale a victoria por partido, el entrenador azulgrana no paraba de dar órdenes a sus jugadores. Se sabía superior pero también se daba cuenta de que en la medida que la presión saltaba del medio campo a los centrales rivales, muy embelesados con la salida del esférico, todo se teñía de color azulgrana. Y seguramente conocedor de ese Barcelona bipolar debía pensar que cuando la intensidad es la adecuada hay que conseguir algo a tu favor. Ayer la distancia entre líneas fue siempre la adecuada y si en la segunda mitad algún jugador se quedó colgado, el resto supo replegarse de forma adecuada. Teniendo siempre defensores al borde o dentro del área y con jugadores también a unos metros por delante de los defen-sores.
El partido de Dembélé. Ayer me imagino que el francés defraudó por no decir indignó a muchos seguidores. Fue la alternativa escogida por Valverde para dotar a su equipo de un contragolpe más contundente, en detrimento de Rafinha. Pero a parte de unos 5 minutos iniciales en los que estuvo participativo, el resto fue como si jugara un segundo partido muy diferente del que jugaron sus compañeros. Afortunadamente a partir del minuto 60 volvió al planeta tierra, mostrándose más natural y más combinativo. El primer análisis nos lleva a la preocupación. Porque vimos poca corrección de los defectos vistos hasta ahora y encima aparecieron déficits que desconocíamos. Hasta ese minuto 60 pareció como si Dembélé juega un partido diseñado a su manera de entender el fútbol. Cuando tiene el esférico lanza pases hacia donde él cree que debe estar su compañero y no hacia donde está. Cuando es el compañero el que tiene el esférico no genera movimientos de desmarque para hacerle ver la posible jugada, lo que hace que todos los pases que le puedan llegar a él en condiciones muy ventajosas, siempre sean excesivamente complejos. Además él no se conecta con sus compañeros si no es la primera opción de pase, sin darse cuenta de que si te mueves para ser la segunda opción de jugada, el balón si te llega, siempre lo hará en condiciones muy ventajosas. Entre el minuto 60 y 70 las cosas cambiaron y tiene tanto poder futbolístico que enseguida lo demuestra. Debería pensar que seguramente tiene más posibilidades de triunfar si él adapta su fútbol al equipo que si espera que el equipo se adapte a él. Tiene mucho por hacer pero vale la pena que lo intente porque también tiene mucho a ofrecer.
Vimos de nuevo al entrenador que nunca tiene suficiente ni con su equipo ni consigo mismo