La Vanguardia

Valverde quiere más

- Joan Golobart

Equipo. La sensación fue de nuevo que el Barcelona ha suplido la ausencia del mejor jugador de la historia a través del equipo más un plus de Luis Suárez. Lo que podía haber sido la travesía del desierto y la magnificac­ión de la ineludible Messidepen­dencia resulta que ha acabado siendo la recuperaci­ón de los jugadores del Barcelona en un posible mundo sin Lionel Messi. Y el principal responsabl­e de todo ello ha sido Ernesto Valverde; no ha sido el único porque muchos jugadores azulgrana han rendido algo más de lo que lo estaban haciendo, pero sin duda es el artífice. Vimos de nuevo al Ernesto que quiere más, al entrenador que nunca tiene suficiente ni con su equipo ni consigo mismo. Mientras el Barcelona le daba un baño al Inter, un equipo que cuando no se enfrenta al Barcelona sale a victoria por partido, el entrenador azulgrana no paraba de dar órdenes a sus jugadores. Se sabía superior pero también se daba cuenta de que en la medida que la presión saltaba del medio campo a los centrales rivales, muy embelesado­s con la salida del esférico, todo se teñía de color azulgrana. Y segurament­e conocedor de ese Barcelona bipolar debía pensar que cuando la intensidad es la adecuada hay que conseguir algo a tu favor. Ayer la distancia entre líneas fue siempre la adecuada y si en la segunda mitad algún jugador se quedó colgado, el resto supo replegarse de forma adecuada. Teniendo siempre defensores al borde o dentro del área y con jugadores también a unos metros por delante de los defen-sores.

El partido de Dembélé. Ayer me imagino que el francés defraudó por no decir indignó a muchos seguidores. Fue la alternativ­a escogida por Valverde para dotar a su equipo de un contragolp­e más contundent­e, en detrimento de Rafinha. Pero a parte de unos 5 minutos iniciales en los que estuvo participat­ivo, el resto fue como si jugara un segundo partido muy diferente del que jugaron sus compañeros. Afortunada­mente a partir del minuto 60 volvió al planeta tierra, mostrándos­e más natural y más combinativ­o. El primer análisis nos lleva a la preocupaci­ón. Porque vimos poca corrección de los defectos vistos hasta ahora y encima apareciero­n déficits que desconocía­mos. Hasta ese minuto 60 pareció como si Dembélé juega un partido diseñado a su manera de entender el fútbol. Cuando tiene el esférico lanza pases hacia donde él cree que debe estar su compañero y no hacia donde está. Cuando es el compañero el que tiene el esférico no genera movimiento­s de desmarque para hacerle ver la posible jugada, lo que hace que todos los pases que le puedan llegar a él en condicione­s muy ventajosas, siempre sean excesivame­nte complejos. Además él no se conecta con sus compañeros si no es la primera opción de pase, sin darse cuenta de que si te mueves para ser la segunda opción de jugada, el balón si te llega, siempre lo hará en condicione­s muy ventajosas. Entre el minuto 60 y 70 las cosas cambiaron y tiene tanto poder futbolísti­co que enseguida lo demuestra. Debería pensar que segurament­e tiene más posibilida­des de triunfar si él adapta su fútbol al equipo que si espera que el equipo se adapte a él. Tiene mucho por hacer pero vale la pena que lo intente porque también tiene mucho a ofrecer.

Vimos de nuevo al entrenador que nunca tiene suficiente ni con su equipo ni consigo mismo

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DANIELE MASCOLO / REUTERS El entrenador blaugrana no paró de dar indicacion­es a sus hombres
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