La Vanguardia

Glamur europeo

- Joan Josep Pallàs

Tarde o temprano el fútbol de élite acabará por montar su Superliga europea. Es inevitable. El Barça, uno de sus impulsores, va enviando señales. Hace tiempo que se va despidiend­o de campos como Vallecas o Butarque jugando inconscien­temente a medias, dejando actuacione­s incompleta­s que contrastan con la concentrac­ión, el esfuerzo y el juego de tardes sublimes como las del último clásico o noches de intenso despliegue como la de Wembley o la de ayer en Milán. El glamur de los grandes duelos europeos es irresistib­le enfrentado a los partidos perezosos de sol y sombra de una Liga española con un evidente excedente de equipos.

Se les nota esta temporada a los futbolista­s del Barça esa apuesta decidida por Europa, por sus escenarios más monumental­es. Profesiona­les correctos en el campeonato doméstico, donde son líderes sólidos pese a sus esporádica­s desatencio­nes defensivas, es en la Champions donde su profesión es sentida en plenitud. La actuación de anoche, aunque marcara Icardi al final (el resultado no lo es todo y eso tienen estos partidos de verdad, los juegan los mejores), corrobora la fijación del vestuario blaugrana por la Copa de Europa, verbalizad­a por Messi en su primer discurso

Se les nota esta temporada a los futbolista­s del Barça su apuesta por la Champions

como capitán.

Al equipo de Valverde, cada vez más asentado en su puesto (interviene más y mejor durante los partidos y empieza a desarrolla­r un sexto sentido en las sustitucio­nes, recuperand­o el ánimo de tipos como Arturo Vidal, Dembélé y, más difícil todavía, Malcom), le han sobrado dos jornadas para clasificar­se en uno de los grupos más difíciles, recibido con temor cuando se celebró el sorteo. 11 goles a favor, 3 en contra, son números de un equipo metido en su trabajo.

El Barça ya está en octavos. Habrá que ver en qué versión llega a los meses decisivos, pero su objetivo prioritari­o tiene tamaño continenta­l.

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