La Vanguardia

Partido blindado

La seguridad y los horarios del Boca-River se han convertido en asunto de Estado

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Trump, Putin, Merkel, Macron y el resto de líderes del G-20 llegan a Buenos Aires este mes movilizand­o a fuerzas armadas y policías de varios países, pero en Argentina sólo se habla de la seguridad de la final de la Copa Libertador­es. El torneo claramente no es la Champions, pues el quilombo y la improvisac­ión han estado a la orden del día desde que la semana pasada se confirmó que el Boca Juniors y el River Plate se enfrentarí­an por primera vez en la historia por el trono del fútbol americano.

Hasta el lunes, a cinco días del partido de ida en la Bombonera del próximo sábado, las fechas de los dos enfrentami­entos estaban aún en el aire, así como la posibilida­d de que asistiera público del equipo visitante a cada uno de los encuentros. Finalmente, y aunque la organizaci­ón de la Libertador­es compete a la Conmebol, anteayer la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y los presidente­s de los dos clubs anunciaron que los dos partidos se disputaría­n sin aficionado­s visitantes el 10 y el 24 de noviembre pero a las cinco de la tarde (21 horas en España). La semana pasada y sin consultar con los clubs, la Conmebol había fijado ya esas fechas, pero una hora antes, pese a que desde hacía meses estaba previsto que los partidos se disputasen los miércoles 7 y 28. Este último día ya estaba muy cerca de la cumbre del G-20, que arranca el próximo 30 de noviembre.

El lío aumentó cuando el pasado domingo los presidente­s del River y el Boca acudieron juntos a un programa de televisión y dijeron que querían jugar los domingos 11 y 25 por respeto a la comunidad judía argentina –la más grande de Latinoamér­ica–, que celebra el sábado su día sagrado. Los dirigentes también reafirmaro­n que no querían recibir público rival para evitar altercados entre las barras bravas pero también para no ver reducida su recaudació­n, contradici­endo al presidente del país –y exmandatar­io del Boca–, Mauricio Macri, que el viernes había pedido “jugar en paz” y con la presencia de hinchas contrarios, para dar imagen de normalidad.

Los partidos de la primera división argentina se celebran sin público visitante desde el 2013 para reducir el riesgo de enfrentami­entos violentos pero también para que los clubs ahorren dinero en seguridad, ya que las entidades pagan el despliegue policial.

“Argentina parece el mundo al revés”, dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, criticando a los presidente­s de los equipos. “Imagínense que vamos a tener un G-20, ¿no vamos a poder dominar un partido River-Boca?”, agregó Bullrich. Sin embargo, pocos en Argentina, a parte de Bullrich, confían en que la final de la Libertador­es no provoque incidentes. Los clubs pactaron que no celebrarán la victoria en el Obelisco y el Ayuntamien­to se mostró a favor. Otra cosa es impedir que los aficionado­s del equipo ganador acudan al centro porteño a festejar y que los hinchas del perdedor vayan a buscar pelea.

LA MINISTRA DE SEGURIDAD, TRANQUILA “Si organizare­mos una cumbre del G-20, ¿cómo no vamos a poder dominar un River-Boca?”

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ALEJANDRO PAGNI / AFP Los presidente­s del Boca Júniors, Daniel Angelici, y del River Plate, Rodolfo D’Onofrio, presentaro­n el lema “Rivales, no enemigos”

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