La Vanguardia

El Gobierno esquiva un conflicto con Bruselas por el déficit público

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

La decisión in extremis de la sala del Supremo de revocar la obligación del pago del impuesto de la hipoteca para los bancos, en detrimento de los clientes, supone un alivio para las administra­ciones públicas. Ayer mismo por la mañana, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, afirmó que, si hubiese que devolver a los consumidor­es el impuesto de actos jurídicos documentad­os con cuatro años de retroactiv­idad, las haciendas autonómica­s habrían tenido que desembolsa­r “en torno a 5.000 millones de euros”. Una cifra, recabada entre las distintas comunidade­s, muy por encima de las estimacion­es realizadas hasta el momento. La ministra admitió además que esta eventual devolución iba a afectar a las cuentas públicas, hasta el punto de avisar de que incluso “puede poner en riesgo” la salida de España del procedimie­nto comunitari­o por déficit excesivo.

Durante su intervenci­ón en el Foro Cinco Días, Montero explicó que estos 5.000 millones supondrían cuatro o cinco décimas del PIB menos en las arcas públicas y deberían sumarse al desfase presupuest­ario ya previsto para este año, que rondará el 2,7%. En ese caso, el déficit público habría superado la barrera del 3% e impediría dejar de ser el próximo 2019 el último país bajo el brazo corrector de Bruselas.

Por ello, la ministra de Hacienda aseguró que se verían obligados a “convencer” a la Comisión Europea de que, en el caso de que tengan que devolver el impuesto, esta obligación –una “situación excepciona­l”, puntualizó– no computara para el déficit.

Fuentes de Hacienda destacaban ayer por la mañana la importanci­a de la literalida­d de la decisión que sale finalmente de la sala del Tribunal Supremo. “Ha de ser lo más precisa posible”, reclamaban, para poder afrontar con las máximas garantías la aplicación del esperado fallo. Asimismo, no ocultaban su preocupaci­ón por que, en el caso de que el alto tribunal no le diera la razón a los bancos, la automática reclamació­n por parte del Estado a las entidades financiera acabara ante la justicia. Y, por tanto, acarrease una irremisibl­e ampliación de los plazos para recuperar ese dinero.

No hay que olvidar que las entidades financiera­s llevaban días remarcando que no se considerab­an obligados a hacer frente a esta even- tual devolución porque en todo momento han respetado la normativa vigente y criticaban que este tipo de fallos amenazaran la seguridad jurídica. La polémica sentencia del Supremo que hace casi tres semanas generó este embrollo defendía que son los bancos los que han de abonar el impuesto de hipoteca, en contra de los que la disposició­n reglamenta­ria correspond­iente y, por este motivo, deciden anularla. Anoche, por un margen de sólo dos votos, el alto tribunal cambió de criterio y volvió a la tesis de que el pago del gravamen sobre actos jurídicos documentad­os le correspond­e a quien contrata el préstamo hipotecari­o.

El objetivo de déficit para el 2018, concertado en su día con Bruselas, es del 2,2% del PIB y no se va a cumplir, al margen del caos generado por el impuesto de las hipotecas. En el reparto de este desfase presupuest­arios, a las comunidade­s autónomas el equivalent­e del 0,4%. En agosto –último dato disponible–presentaba­n un ligero superávit del 0,14%.

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