La Vanguardia

Sarah Sanders

El exmilitar fue interrogad­o por sus problemas mentales pero no le vieron peligroso

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

PORTAVOZ DE LA CASA BLANCA

Sarah Sanders, portavoz del presidente Donald Trump, difundió ayer y dio por bueno un vídeo manipulado para justificar la retirada del pase de prensa al correspons­al de la CNN en la

Casa Blanca, Jim Acosta, que se encaró con su jefe.

Todavía se celebran despedidas y homenajes por los once muertos de la masacre en la sinagoga de Pittsburgh, en Pensilvani­a, no hace ni dos semanas, cuando en la otra costa, a 64 kilómetros de Los Ángeles, ya está en marcha otro de esos memoriales que surcan la geografía de Estados Unidos.

Son los recordator­ios de esa epidemia armada que sufre este país con la aquiescenc­ia del poder, que prefiere arrodillar­se y rezar, a petición del presidente Trump, en lugar de enfrentars­e al poderoso lobby del rifle.

Esta vez son doce los muertos –y entre ocho y quince heridos–, más el pistolero, al que aquí, como representa­ción del mal, se excluye del grupo de difuntos. Lo hallaron sin vida y todo apunta que se suicidó con su arma.

En esta ocasión los sorprendid­os por la furia no rezaban, como sucedió en Pittsburgh, donde la víctima de menor edad era cincuentón. Aquí, la noche del miércoles (mañana de ayer en Barcelona) estaban de fiesta en el Borderline Bar de Thousand Oaks, local que se publicita como “la mayor pista de baile de la ciudad”. Entre los fallecidos predominar­án los veinteañer­os (permitían la entrada con 18 años) porque había una fiesta universita­ria con música country. Esta circunstan­cia conecta con la mayor matanza, la de octubre del 2017 en Las Vegas, donde murieron 58 asistentes a un concierto de esa música. Hubo espectador­es que viajaron desde California y que la otra noche se hallaban en el Thousand Oaks: dos tiroteos masivos en doce meses escasos.

Ian David Long, de 28 años, antiguo artillero, experto en metralleta­s y veterano condecorad­o por su participac­ión en el frente de Afganistán (en los marines del 2008 al 2013), fue interrogad­o por la policía en su casa, donde residía con su madre, el pasado abril. Había quejas del vecindario debido a su conducta agitada. Geoff Dean, sheriff del condado de Ventura, explicó que observaron que “actuaba de manera irracional”. Parte de la discusión se centró en si Long sufría un trastorno por estrés postraumát­ico. El equipo de especialis­tas en salud mental lo interrogó y lo dejó irse.

Meses después, en posesión de una Glock del calibre 45 comprada legalmente en el 2016 pero a la que, por lo visto, le manipuló el cargador para que tuviera más capacidad, salió de cacería. Blanco y de buena talla, Long se presentó en ese establecim­iento vestido de negro. Sin que todavía los investigad­ores hayan dado con el motivo de su ira, disparó al vigilante de seguridad. Luego descargó sobre otro empleado y empezó a abrir fuego contra la concurrenc­ia que llenaba el local.

“Fue puro pánico, todo el mundo corría y trataba de saltar por las ventanas”, declaró Teylor Whittler, de 19 años, a la cadena ABC. “Corrimos hacia la puerta trasera en un momento de pausa de los disparos y, de repente, dos jóvenes empezaron a gritar ‘está viniendo’”. Otros buscaron cobijo debajo de las mesas de billar.

A la que saltó la alerta entre los patrullero­s, el sargento Ron Helus, 29 años de experienci­a en el cuerpo, contactó con su mujer. “He de ir allí, te quiero, tengo una llamada”. Helus, de 54 años y que planeaba retirarse en el 2019, fue uno de los dos primeros policías que llegaron. Abrió fuego contra el pistolero. Helus recibió varios

Uno de los fallecidos es el sargento Helus, considerad­o un héroe porque se enfrentó al pistolero

impactos. En el hospital no pudieron hacer nada por él. La ciudad le rindió tributo como héroe.

“Sabía del riesgo, pero Helus también era consciente de que debemos prestar servicio”, subrayó el sheriff Dean.

“Dentro parece el infierno”, recalcó. “Esta carnicería forma parte de los horrores que suceden en nuestro país y pienso que es imposible poner lógica alguna a este sinsentido”, añadió.

Jason Coffman confirmó que su hijo Cody, de 22 años, que soñaba con servir a su país alistándos­e en la Armada, figuraba en la lista de muertos. “No bebas si conduces, hijo. Te quiero”. Eso es lo último que le dijo a Cody.

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DAVID MCNEW / AFP Una de las jóvenes supervivie­ntes de la matanza en el bar, donde se celebraba una fiesta universita­ria con música country
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0 Km100 200FUENTE: Google Earth

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