Sarah Sanders
El exmilitar fue interrogado por sus problemas mentales pero no le vieron peligroso
PORTAVOZ DE LA CASA BLANCA
Sarah Sanders, portavoz del presidente Donald Trump, difundió ayer y dio por bueno un vídeo manipulado para justificar la retirada del pase de prensa al corresponsal de la CNN en la
Casa Blanca, Jim Acosta, que se encaró con su jefe.
Todavía se celebran despedidas y homenajes por los once muertos de la masacre en la sinagoga de Pittsburgh, en Pensilvania, no hace ni dos semanas, cuando en la otra costa, a 64 kilómetros de Los Ángeles, ya está en marcha otro de esos memoriales que surcan la geografía de Estados Unidos.
Son los recordatorios de esa epidemia armada que sufre este país con la aquiescencia del poder, que prefiere arrodillarse y rezar, a petición del presidente Trump, en lugar de enfrentarse al poderoso lobby del rifle.
Esta vez son doce los muertos –y entre ocho y quince heridos–, más el pistolero, al que aquí, como representación del mal, se excluye del grupo de difuntos. Lo hallaron sin vida y todo apunta que se suicidó con su arma.
En esta ocasión los sorprendidos por la furia no rezaban, como sucedió en Pittsburgh, donde la víctima de menor edad era cincuentón. Aquí, la noche del miércoles (mañana de ayer en Barcelona) estaban de fiesta en el Borderline Bar de Thousand Oaks, local que se publicita como “la mayor pista de baile de la ciudad”. Entre los fallecidos predominarán los veinteañeros (permitían la entrada con 18 años) porque había una fiesta universitaria con música country. Esta circunstancia conecta con la mayor matanza, la de octubre del 2017 en Las Vegas, donde murieron 58 asistentes a un concierto de esa música. Hubo espectadores que viajaron desde California y que la otra noche se hallaban en el Thousand Oaks: dos tiroteos masivos en doce meses escasos.
Ian David Long, de 28 años, antiguo artillero, experto en metralletas y veterano condecorado por su participación en el frente de Afganistán (en los marines del 2008 al 2013), fue interrogado por la policía en su casa, donde residía con su madre, el pasado abril. Había quejas del vecindario debido a su conducta agitada. Geoff Dean, sheriff del condado de Ventura, explicó que observaron que “actuaba de manera irracional”. Parte de la discusión se centró en si Long sufría un trastorno por estrés postraumático. El equipo de especialistas en salud mental lo interrogó y lo dejó irse.
Meses después, en posesión de una Glock del calibre 45 comprada legalmente en el 2016 pero a la que, por lo visto, le manipuló el cargador para que tuviera más capacidad, salió de cacería. Blanco y de buena talla, Long se presentó en ese establecimiento vestido de negro. Sin que todavía los investigadores hayan dado con el motivo de su ira, disparó al vigilante de seguridad. Luego descargó sobre otro empleado y empezó a abrir fuego contra la concurrencia que llenaba el local.
“Fue puro pánico, todo el mundo corría y trataba de saltar por las ventanas”, declaró Teylor Whittler, de 19 años, a la cadena ABC. “Corrimos hacia la puerta trasera en un momento de pausa de los disparos y, de repente, dos jóvenes empezaron a gritar ‘está viniendo’”. Otros buscaron cobijo debajo de las mesas de billar.
A la que saltó la alerta entre los patrulleros, el sargento Ron Helus, 29 años de experiencia en el cuerpo, contactó con su mujer. “He de ir allí, te quiero, tengo una llamada”. Helus, de 54 años y que planeaba retirarse en el 2019, fue uno de los dos primeros policías que llegaron. Abrió fuego contra el pistolero. Helus recibió varios
Uno de los fallecidos es el sargento Helus, considerado un héroe porque se enfrentó al pistolero
impactos. En el hospital no pudieron hacer nada por él. La ciudad le rindió tributo como héroe.
“Sabía del riesgo, pero Helus también era consciente de que debemos prestar servicio”, subrayó el sheriff Dean.
“Dentro parece el infierno”, recalcó. “Esta carnicería forma parte de los horrores que suceden en nuestro país y pienso que es imposible poner lógica alguna a este sinsentido”, añadió.
Jason Coffman confirmó que su hijo Cody, de 22 años, que soñaba con servir a su país alistándose en la Armada, figuraba en la lista de muertos. “No bebas si conduces, hijo. Te quiero”. Eso es lo último que le dijo a Cody.