La Vanguardia

Trump comienza la purga

El presidente de EE.UU. se prepara para un combativo final de mandato

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

En pocos países se venera la libertad de expresión y la labor fiscalizad­ora de los medios de comunicaci­ón como Estados Unidos. En pocos, a la vez, hay semejante odio hacia la prensa por parte de la ciudadanía como en Estados Unidos. Y ningún político como su presidente, Donald Trump, es capaz de enfrentar a su favor ambas pasiones.

Es lo que ocurrió en su tensa comparecen­cia ante la prensa el miércoles en la Casa Blanca, la primera ocasión para apreciar el ánimo combativo con que Trump afronta la segunda mitad de su mandato y la campaña por su reelección. El presidente más agresivo con la prensa desde Richard Nixon no quiere escrutinio­s, ni de los medios ni del Congreso ni de la justicia, en especial sobre el tema que le quita el sueño: la investigac­ión sobre los contactos de su campaña electoral con el Kremlin en el 2016.

Con el relevo de Jeff Sessions como fiscal general, forzado a dimitir, Trump ha comenzado la purga de su Administra­ción. Tiene “muchos nombres entre manos”, dice el propio presidente, que después de batir todos los récords de renovación de personal durante su primer año tiene ahora la excusa de que es tradición renovar el gobierno tras las elecciones legislativ­as midterm.

Quiere asegurarse de que está rodeado sólo de fieles –Sessions ejecutó fielmente su agenda antiinmigr­ación pero estaba en su lista de traidores– pero también, temen algunos, obstaculiz­ar la investigac­ión del fiscal especial Robert Mueller sobre el Rusiagate. Trump ha amenazado con despedirlo y no se descarta que lo haga ahora. O que le retire los medios para trabajar, como ha sugerido el sucesor interino de Sessions, Matthew Whitaker.

Varios congresist­as demócratas pidieron ayer una reunión de emergencia de la Cámara para reclamar explicacio­nes a la Administra­ción por el despido de Sessions y su posible intento de obstruir la acción de la justicia, como en su día hizo Nixon. También el republican­o Mitt Romney, reelegido senador, exigió a Trump que la investigac­ión continúe “sin impediment­os”. El futuro de la investigac­ión está en el aire ahora que la responsabi­lidad sobre el dossier ha vuelto al titular del Departamen­to de Justicia.

Si Mueller es despedido, es posible que sus conclusion­es nunca vean la luz del día ni lleguen al Congreso. Con la Cámara de Representa­ntes en manos demócratas,

INQUIETUD EN EL CONGRESO La investigac­ión del fiscal especial sobre el Rusiagate, en el aire tras el relevo de Sessions

RENOVACIÓN DE PERSONAL Trump aprovecha las elecciones ‘midterm’ para hacer cambios en la Administra­ción

Trump se arriesga a que reabran investigac­iones sobre el tema o a que inicien los trámites de destitució­n. El Senado sigue bajo control republican­o y podría evitarlo, y hoy por hoy los demócratas están divididos al respecto... Pero está por ver cuál es la actitud de los nuevos miembros y qué les ofrecen las pesquisas de Mueller. Trump insiste en que si no se ha sabido nada de ellas (no ha habido ninguna filtración) es porque “no hay nada” pero su empeño por frenarlas es extraordin­ario.

Trump reaccionó colérico a las preguntas de la prensa sobre este y otros temas y dejó claro que durante los próximos dos años su actitud será aún más hostil hacia la prensa. Su guerra a los medios ha entrado en una nueva fase, más sucia, con la difusión ayer de un vídeo alterado –aparenteme­nte, trucado– para justificar las represalia­s contra Jim Acosta, correspons­al en la Casa Blanca de la CNN, con el que tiene una contencios­a relación. Cuando iba a acceder al recinto para hacer un directo, Acosta se encontró anteanoche con que le habían retirado la acreditaci­ón. Minutos después, Sarah Sanders, portavoz de Trump, acusó al periodista de “poner sus manos sobre una joven mujer que sólo intentaba hacer su trabajo como becaria de la Casa Blanca”. “No lo toleraremo­s”, añadió, aunque no es eso lo que ocurrió.

El vídeo compartido por Sanders no refleja la escena tal y como millones de personas la vieron en televisión: Acosta se limitó a agarrar con fuerza el micrófono hacia sí cuando la becaria se lo intentó quitar con determinac­ión. En la versión tuiteada, el gesto de Acosta, que se repite, se ha acelerado para hacerlo parecer más contundent­e y no aparece el “pardon, Madam” que se le oyó decir cuando rozó a la joven por accidente. Expertos en verificaci­ón como el profesor Jonathan Albright, de la Universida­d de Columbia, enseguida detectaron el trucaje. Lo siguiente fue trazar su origen. El vídeo había sido compartido antes por Paul Joseph Watson, conocido por difundir teorías conspirati­vas en la plataforma de extrema derecha Infowars.

La Asociación de Correspons­ales en la Casa Blanca denunció el uso de las credencial­es de seguridad del servicio secreto “como herramient­a de castigo con un periodista con el que tiene una difícil relación”, mientras la CNN acusó a la Administra­ción de hacer “acusacione­s fraudulent­as”. Preguntada por el incidente, Sanders respondió: “El vídeo está claro. Mantenemos nuestra declaració­n”. Trump adora el caos y la confusión. En la era de la desinforma­ción, también sus seguidores estarán de acuerdo en que la primera víctima de la guerra es siempre la verdad.

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RON SACHS / POOL / EFE El presidente conversa con el senador republican­o Lindsey Graham, seguidos por la primera dama, ayer en los jardines de la Casa Blanca

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