El Cid proxeneta de Nevada
Dennis Hof, un republicano dueño de varios burdeles, gana un escaño después de muerto
La carrera política de Dennis Hof ha sido cualquier cosa menos convencional, de principio a fin. Si ya de por sí era llamativo que un empresario de la industria del sexo adicto que se jacta de ser el “proxeneta mayor de América” se presentara como republicano a las elecciones al parlamento de Nevada e impresionante ha sido también su resultado (arrasó con el 63% de los votos), más sorprendente aún es la razón por la que no podrá tomar posesión de su escaño: murió hace tres semanas, recién cumplidos los 72 años, y le enterraron el lunes, 24 horas antes de que se abrieran las urnas. Si El Cid Campeador ganaba batallas después de muerto, en Nevada los proxenetas difuntos ganan elecciones.
Dueño de los cuatro burdeles del condado de Pahrump (Nevada, el único estado en que es legal la prostitución en Estados Unidos), Hof no es ningún desconocido para los estadounidenses. Hace unos años protagonizó un programa de telerrealidad para adultos de la HBO sobre la industria del sexo, Cathouse, ambientado en su burdel. Recientemente se vio salpicado por varios escándalos por la situación de las empleadas de sus burdeles. Varias le habían denunciado por violación y malos tratos. Algunos casos no se han juzgado por haber prescrito. Aunque no está claro que todas las acusaciones hayan llegado a los tribunales, en cualquier caso nada de esto disuadió a los votantes de Hof, que hace unos años ayudó a una chica de 21 años a subastar su virginidad y lanzó una campaña contra Hillary Clinton con el lema “Prostitutas con Hillary”.
Hof se llamaba a sí mismo “el Trump de Pahrump”. Siempre admiró al empresario neoyorquino. El título de su libro The art of the pimp (El arte de chulear) es un homenaje al manual de negocios del ahora presidente (The art of the deal, El arte del trato). “Trump ha sido como Colón para mí”, declaró a AP cuando, un mes después de las elecciones del 2016, se afilió al partido republicano. “Él encontró el camino y yo me sumé a él”.
De ideología libertaria, hace dos años se presentó a las elecciones como independiente. No hubo suerte pero este año revolucionó las primarias republicanas al imponerse al actual parlamentario por el distrito 36 de Nevada, James Oscarson, después de conseguir el apoyo de Roger Stone, un asociado de Trump, y Grover Norquist, un activista antiimpuestos.
Hasta el día anterior a su muerte, Hof hizo campaña con promesas como resolver los problemas de agua en el condado, bajar los impuestos o actuar contra el tráfico de seres humanos. La prostitución legal, alegaba, es la respuesta a esa lacra, aunque recientemente él mismo había sido expedientado por la situación de sus empleadas. Según él, era todo una vendetta política.
El pasado 16 de octubre, Hof fue encontrado muerto por su amigo el actor porno Ron Jeremy y una prostituta en uno de sus burdeles, el Love Ranch Vegas, después de celebrar su 72 cumpleaños. “Había pasado los cuatro días previos de fiesta con nombres importantes de la industria del sexo y el mundo político. Es el mismo burdel en que el jugador de la NBA Lamar Odom fue encontrado inconsciente en el 2015” por una sobredosis, informó la agencia AP. Entre los invitados estaba el polémico sheriff Joe Arpaio, indultado por Trump.
Hof fue enterrado el lunes. Avisada del deceso, la comisión electoral de Nevada concluyó la semana pasada que era demasiado tarde para cambiar el nombre de las papeletas, que ya habían sido enviadas a los votantes. En los colegios electorales se colgaron carteles advirtiendo de que el candidato republicano del distrito 36, que se enfrentaba a una maestra demócrata, había fallecido. Esta región de Nevada es históricamente conservadora y sensible a las ideas libertarias en cuestión de fiscalidad o costumbres sociales que Dennis representaba, pero algunos han dicho que le votaron sabiendo que iba a ser sustituido por otro republicano del condado que sí pudiera tomar posesión del escaño. Su victoria en vida, quizás, no habría sido mayor.
Las autoridades electorales concluyeron que era demasiado tarde para cambiar el nombre de las papeletas