La Vanguardia

“Falta una estrategia conjunta contra los modelos agresivos”

ENTREVISTA A MAYO FUSTER, directora de Dimmons, grupo de investigac­ión en economía colaborati­va en el Internet Interdisci­plinary Institute de la Universita­t Oberta de Catalunya

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¿La economía de plataforma colaborati­va tiene presencia en Barcelona?

Barcelona es una de las ciudades del mundo donde hay más economía de plataforma colaborati­va, y donde ésta comenzó antes.

¿Algún ejemplo?

La primera Wikipedia fue la inglesa, pero la segunda la catalana, y Barcelona fue la primera ciudad europea en incorporar las licencias creative

commons (licencias que permiten la producción colectiva). Además, en 2014, la Comisión Europea publicó un estudio sobre cuáles eran las diez experienci­as más relevantes en el ámbito europeo de producción colaborati­va, y tres estaban en Barcelona: Goteo (plataforma de crowdfundi­ng), Guifi.net (mapas de puntos de acceso ciudadano a internet) y Smart Citizens Kit. La ciudad fue la primera en impulsar un programa de emprendimi­ento en economía colaborati­va de la mano de Barcelona Activa. Y la capital catalana siempre ha contado con un gran tejido de creativida­d digital y de lógica colaborati­va, pero, hasta ahora, la administra­ción no le ha prestado demasiado interés.

¿Ahora sí?

Ha habido un cambio y, actualment­e tiene más apoyo por parte del Ayuntamien­to y de la Generalita­t. Por ejemplo, el consistori­o ha creado BarCola, un grupo de trabajo para la definición de políticas en este ámbito. Además, han surgido diferentes proyectos como eReuse, donde el Ayuntamien­to prepara los ordenadore­s que deja de utilizar para donarlos a entidades de la ciudad.

¿Qué modelo de economía de plataforma predomina en la ciudad?

En algunas áreas el modelo colaborati­vo –en el ámbito del software hay sectores en el que es hegemónico–, y en otras el más extraccion­ista, más capitalist­a, que sólo busca la ganancia sin combinarla con la colaboraci­ón. En el asunto de los alquileres turísticos, por ejemplo, Airbnb ha tenido un impacto muy grande y ha generado problemas de gentrifica­ción, alquileres más altos...

¿Es el modelo que tiene mayor presencia?

No, aunque es el más agresivo y el que más se visibiliza. En la UOC hicimos un mapeo de la economía de plataforma consolidad­a en Barcelona e identifica­mos un 20% de iniciativa­s de este modelo más agresivo, y un 80% del más colaborati­vo. Las plataforma­s que generan impactos disruptivo­s que afectan la vida en la ciudad no son tantas, pero tienen una dinámica especulati­va muy fuerte, con casi un único operador que controla el mercado y con una inversión de capital importante.

Y a las ciudades les es difícil enfrentars­e a ellas...

Sí, la realidad es que la economía de plataforma se concentra en las urbes, pero éstas tienen muy poca soberanía ante las empresas que las impulsan, por eso deberían tejer una estrategia conjunta. Y ese es uno de los retos que tienen, y que queremos poner de manifiesto en la Sharing Cities Summit con la Declaració­n de Ciudades Colaborati­vas. El manifiesto de Barcelona no es sólo una declaració­n de ciudad, sino que se trata de un programa de un año de duración que se llevará a cabo en Barcelona InnoBadora, una nueva oficina vinculada a la entidad municipal Barcelona Activa.

“Barcelona siempre ha tenido un gran tejido de creativida­d digital y lógica colaborati­va”

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