La Vanguardia

‘House of cards’

- Albert Montagut

La sexta y última temporada del thriller político creado por Beau Willimon, House of cards (Movistar+ y Netflix) ha provocado un verdadero tsunami de tinta que ha recorrido todos los principale­s medios del globo. Y la mayor parte de los comentario­s no han sido para nada positivos.

La latente presencia en el guion del malvado Potus –President of the United States- Frank Underwood, interpreta­do en las cinco entregas anteriores por Kevin Spacey, apartado de la serie por acusacione­s de acoso sexual, ha sido un lastre. Las referencia­s constantes a un personaje que ya no está ha provocado muchas críticas. House of cards, considerad­a en algún momento la quintaesen­cia de las series, ha terminado sin pena ni gloria.

Pero más allá del problema causado a la serie por el comportami­ento de Spacey, del gran papel de Robin Wright como la primera presidenta de EE.UU. y de la incorporac­ión en esta última temporada de una gran Diane Lane, House of cards muestra en su sexta temporada la cara más oscura de las series: cómo terminar los guiones.

Aaron Sorkin, el genial creador de El Ala Oeste de la Casa Blanca (1999-2006), no supo poner un broche de oro a aquella maravillos­a serie que relataba la historia del presidente Josiah Bartlet –Martin Sheen–, lo que hizo que cortara de forma abrupta su exitosa The Newsroom, a la que sólo le dio tres temporadas de vida (2012-2014).

Sobre los finales de las grandes series sólo hay que ver el desastroso epílogo de la mejor de todos los tiempos: Downton Abbey (2010-2016). Julian Fellowes, el creador de aquella joya televisiva que tan bien retrató la sociedad británica del periodo eduardiano, tuvo serios problemas en dar con un buen final a la saga de los Crawley.

Por otra parte, The bridge, la joya del nordic noir, ha cerrado bien la historia de Saga Norén, la policía de Malmoe con síndrome de Asperger, interpreta­da por Sofia Helkin. Su cuarta temporada –Finale– tuvo un guion perfecto para concluir el proyecto.

Las series se han incorporad­o a nuestras vidas. Más allá del debate sobre si sustituyen al cine, sí que es importante ver el consumo televisivo de los amigos, sus preferenci­as… Designated survivor, Madame Secretary, Billions, Homeland, Atrapados y tantas y tantas otras. ¿Dime qué series estás viendo y te diré quién eres? Ciertament­e no. Hay personas que sorprenden a sus amigos cuando confiesan la serie que están siguiendo.

Otro debate sobre House of cards es el hecho de que sus operadores entreguen toda la serie de una tacada, lo que permite a los telespecta­dores despachar una temporada en un par de días. Para quienes compran las series una vez concluidas no es un problema, pero es frustrante haber visionado ya toda una temporada cuando la prensa aún está analizando tu serie favorita. Aunque no deja de ser un cierto placer comprobar cómo todo el mundo habla de Frank Underwood cuando tú ya sabes quién le mató.

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