La Vanguardia

Recuerdos de una pionera del rugby

En memoria de Pili Baños Ramírez

- DOMINGO MARCHENA

Miren las fotografía­s de esta página. Las protagonis­tas se podrían intercambi­ar, si viajar en el tiempo fuera posible. Jóvenes, fuertes, valientes. Deportista­s apasionada­s y enamoradas del rugby y de sus valores: sacrificio, superación de dificultad­es, espíritu de equipo... Las chicas de la foto de abajo, que posaron para la imagen en 1980, podrían ser las madres de las de arriba, las integrante­s de la selección española de rugby que ganó el campeonato de Europa en marzo –su sexto título continenta­l– gracias a un contundent­e 40-7 contra Holanda en la final. Dos fotos, dos épocas, dos mundos. Esther Velazco nació predestina­da. Los Velazco, como otras dos familias de Sant Boi de Llobregat, los Massoni y los Puigbert, son historia viva de este deporte y de la UE Santboiana, el club decano de España, que pronto cumplirá un siglo de vida. El abuelo y el padre de Esther fueron jugadores de rugby. Su marido, One Garcia, también fue jugador y ahora dirige la escuela de rugby de la Santboiana. Su hijo, Hèctor Garcia Velazco, es el actual capitán del primer equipo. Esther también tiene hermanos, cuñados y sobrinos jugadores, como Josep Puigbert, que aún comparte vestuario con su hijo, o como Marc Puigbert, que se retiró para ejercer como médico.

La madre de Esther dice que en su casa había “rugby para almorzar, comer y cenar”. Los jugadores venían a todas horas para recibir instruccio­nes o para que el abuelo, masajista, les diera unas friegas. Con estos antecedent­es, cualquiera pensaría que la llegada de Esther y de su hermana Sílvia al rugby fue fácil, ¿verdad?

“En absoluto”, recuerda ella. “Mi padre siempre nos animó a que practicára­mos atletismo. Ahora es normal ver a gente corriendo por la calle, pero en aquellos tiempos se te quedaban mirando y decían: ‘¿Y esta qué hace?’. Cuando un grupo de amigas decidimos que ya era hora de que la Santboiana, fundada en 1921, también tuviera un equipo femenino, ni siquiera a mi padre, un apasionado del deporte, le pareció bien”.

Eran hijas, amigas o novias de jugadores de rugby. Habían visto infinidad de partidos y creían que sabían mucho, pero descubrier­on de golpe que tenían que aprenderlo todo. Al principio, en la temporada 1979-1980, cuando la mayoría de ellas tenía 18 años, ni siquiera había una liga regular. Jugaban a rugby 7 y sólo en la mitad del campo, pero ya entonces viajaron para competir en Granada o Madrid, y participar­on en un torneo en París. El principal consejo que las Velazco recibieron de su padre fue: “Si os derriban, no lloréis. Aguantad como si nada”. Y aguantaron, incluso cuando Esther se rompió un tobillo. Las lesiones eran lo peor. Lo mejor, “la sensación de que tu familia se había agrandado porque en el campo todas éramos una”. Por eso no lloró con el tobillo roto, pero sí llora ahora por Pili Baños Ramírez, otra de aquellas pioneras, que falleció anteayer. Esta mañana, casi 40 años después, las chicas de la foto se reencontra­rán para despedir a una de las suyas en el tanatorio de Sant Boi de Llobregat. Algunas no se veían desde hacía años, pero será como si no se vieran desde ayer.

Rosana, Rosi, Montse, las dos Teresas, Lola, Maite, Juana, Paqui, Susi, Carmen, Maria, Angeleta, Núria, Esther, Sílvia, la añorada Pili y todas las demás. Eran estudiante­s, oficinista­s, empleadas de banca... En un año dieron un tremendo salto adelante y ya eran 15 jugadoras, en un campo reglamenta­rio. Gracias a entrenador­es como Quimet Sánchez, Pedro Bravo o Jordi Vicente, los recelos

Casi 40 años separan estas imágenes, el presente y el pasado del rugby femenino: de los éxitos europeos al “nos os vayáis a hacer daño”

iniciales se transforma­ron en admiración. La misma admiración que sienten ahora ellas por las campeonas de Europa o por una de sus hijas, Anna Puig, la capitana de la Santboiana y una de las integrante­s de la selección.

Hoy la Liga Iberdrola tiene equipos femeninos de primer nivel: el CR Complutens­e Cisneros, el Majadahond­a, el INEF-l’Hospitalet o el Sanse, entre otros. Y el rugby forma parte del programa Mujer y Deporte del Consejo Superior de Deportes. “¿Por qué no querías que jugáramos?”, le preguntó un día Esther a su padre, Pepet Velazco. “Por miedo a que os hicierais daño”, le dijo. Y, cuando parecía que la conversaci­ón ya había acabado, añadió: “¡Qué orgulloso estoy de todo lo que hicisteis!”.

LA FOTO DE ARRIBA (2018)

La jugadoras de la selección estallan de alegría después de ganar el Campeonato de Europa

LA FOTO DE ABAJO (1980)

Las pioneras de la Santboiana posan en los tiempos heroicos de los inicios de la liga femenina

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OLIVIER HOSLET / EFE
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FAMILIA VELAZCO

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