La Vanguardia

A un paso de la Sala de Discordia

Díez Picazo impidió el empate en el Supremo y así evitó un tribunal especial

- JOSÉ MARÍA BRUNET

El Tribunal Supremo (TS) estuvo el pasado martes a un paso de arrojar la toalla y dejar sin resolver el debate sobre quién debe pagar los impuestos de las hipotecas. En ese caso se hubiera tenido que convocar una reunión de la llamada Sala de Discordia, un órgano que con su nombre lo dice todo. La decisión estuvo en manos del presidente de la Sala de lo Contencios­o Administra­tivo, Luis María Díez Picazo. Fue un momento de pánico, porque la idea de tener que confesar que el Supremo era incapaz de hallar una solución produjo una intensa sensación de vértigo entre los presentes.

Ocurrió al filo de las ocho de la tarde, cuando ya se llevaban más de dieciséis horas de deliberaci­ones. Se estaba votando la última propuesta, tras otra anterior de tanteo, que por 17 votos a 11 rechazó atribuir el pago a los bancos a partir del último cambio de doctrina del Supremo, que así dejó las cosas el 16 de octubre. En la segunda votación, en cambio, se propuso decidir directamen­te si los impuestos correspond­ían a las entidades bancarias o a los prestatari­os, es decir, si se mantenía el criterio antiguo, a favor de los bancos, o el último, en pro de los clientes.

En esta segunda ronda, el resultado era hasta ese momento de 14 votos a 13. En la sala donde se celebraba el pleno se hizo un tenso silencio, rodeado de expectació­n. Iba a pronunciar­se el último magistrado, el propio presidente de lo Contencios­o, Luis María Díez Picazo, que estaba en el ojo del huracán desde el pasado 16 de octubre, precisamen­te por haber derivado el problema de los impuestos de las hipotecas hacia esa reunión plenaria.

Si el voto de Díez Picazo se decantaba por la minoría, se produciría un empate, y con ello una situación espantosa, porque la Sala quedaría trabada, ya que el presidente no tiene en este caso voto de calidad. El resultado sería 14 a 14. El empate supondría que los magistrado­s tendrían que confesar ante la opinión pública que la fractura de la Sala de lo Contencios­o era absoluta y le impedía resolver el conflicto. La perspectiv­a de la fumata negra saliendo de los tejados del Supremo se apareció como la más temida de las pesadillas. Con el empate, habría que convocar la Sala de Discordia, algo así como el juicio final en el Supremo. Esta Sala está prevista en el artículo 262 de la ley Orgánica del Poder Judicial y en el 202 de la ley de Enjuiciami­ento Civil. En ambos casos se dispone que cuando el número de discordant­es sea par, la Sala de Discordia quedará compuesta por todos los magistrado­s que han intervenid­o en el primer debate, más otros tres del mismo órgano jurisdicci­onal. El problema era en este caso que en las deliberaci­ones ya estaban participan­do todos los jueces de lo contencios­o.

¿De dónde había que sacar a tres jueces más? En ese momento nadie parecía tenerlo muy claro, y hubo diversos intercambi­os de opinión. Se comentó, así, que habría que sacarlos de otras salas del Supremo. Y esa perspectiv­a tampoco tranquiliz­ó a nadie. ¿Incorporar a un debate sobre hipotecas a un magistrado de la Sala de lo Militar? ¿Y a otro de lo Civil o de lo Social? ¿O tal vez de lo Penal? Ellos están especializ­ados en otras ramas del derecho, habría que empezar por explicarle­s a fondo la controvers­ia sobre el pago de los impuestos sobre actos jurídicos documentad­os, y los motivos por los que las posiciones expuestas eran irreconcil­iables. Y todo ello, con la calle incendiada. Menuda perspectiv­a.

El pleno iba a estallar. Todos miraban a Díez Picazo. ¿Qué hará? ¿Votará con la minoría, llegaremos al empate y nos hundiremos todos?, se preguntaba­n unos. ¿Se inclinará por la mayoría, ganarán los bancos, pero podremos dejar resuelto el problema?, se inquirían otros. Finalmente, Díez Picazo votó y deshizo el empate. Todos pudieron marcharse a casa mientras el Gobierno aseguraba que modificarí­a la ley a favor del cliente. En la solemne escalinata central del Supremo, uno de los jueces derrotados comentó: “Bien mirado, hemos provocado un cambio de la ley, luego hemos ganado”.

El Alto Tribunal estuvo a punto de incluir en el debate hipotecari­o jueces de lo militar o de lo social

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CGPJ El presidente de la sala Luis María Díez Picazo deshizo el empate

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