La Vanguardia

El hombre que metió al tribunal en un atolladero

El presidente del TS ha estado vinculado a gobiernos del Partido Popular

- CARLOTA GUINDAL

El nombre de Carlos Lesmes (Madrid, 1958) ha sido repetido intensamen­te en los últimos días desde que comenzó el escándalo judicial de las hipotecas. Es el todopodero­so presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, un magistrado que ha querido controlar al máximo el órgano de los jueces. Su pésima gestión tras conocerse la sentencia de la Sala de lo Contencios­o Administra­tivo que obligaba a los bancos a pagar el impuesto de los actos jurídicos documentad­os de las hipotecas ha provocado el mayor descrédito del Tribunal Supremo, no ya de los últimos tiempos, sino de su historia.

Y esto ha ocurrido un mes antes de que abandone la presidenci­a del Alto Tribunal para volver a su puesto como magistrado de la Sala de lo Contencios­o después de cinco años de mandato. Magistrado­s del Supremo le culpan a él directamen­te de la mala gestión al llamar al presidente de la Sala, Luis María DíezPicazo, para que convocara de manera urgente un pleno para revisar la sentencia. Quince días después, la mayoría de la Sala de lo Contencios­o ha votado esta semana a favor de volver a la doctrina anterior y que sean los clientes los que sigan pagando tal impuesto, salvando a la banca de tener que devolverle­s miles de millones de euros.

Pero, ¿quién es Carlos Lesmes? Es ante todo, y según lo califican compañeros del tribunal, un magistrado político. Desde hace años ha estado vinculado de una u otra manera a gobiernos del PP y fue precisamen­te Alberto Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia quien le colocó en la presidenci­a del TS.

Fiscal de carrera, hasta que fue elegido presidente del Supremo ocupaba un puesto como magistrado de lo Contencios­oAdministr­ativo en el Alto Tribunal y fue director general de Justicia en los gobiernos de

José María Aznar. Llegó al Supremo tras presidir la Sala de lo Contencios­o de la Audiencia Nacional. Sus defensores sostienen que precisamen­te su cargo como director general le hizo idóneo para su nombramien­to, dado que tenía conocimien­to de gestión procesal con el ejercicio jurisdicci­onal. Estos le califican de “dialogante” y “sensato”.

Madrileño de 60 años, de familia extremeña y más vinculada a la medicina que al derecho, Carlos Lesmes superó las carreras de juez y de fiscal aunque empezó ejerciendo en el ministerio público y llegó a ser fiscal ante el Constituci­onal entre 1992 y 1993. Pasó a la Audiencia Nacional como magistrado de lo Contencios­o en 1988 y es magistrado en el Supremo desde el 2010.

Lo primero que hizo cuando llegó al CGPJ fue colocar los andamios para tener buena parte del control de las decisiones que se adoptaran en el órgano de gobierno de los jueces. Donde más se ha notado su mano ha sido en ciertos nombramien­tos de personas de su confianza en el TS, como es el propio Díez-Picazo o quien fue secretario de Estado de Justicia con Ruiz-Gallardón, Fernando Román, elegido recienteme­nte magistrado de la Sala de lo Contencios­o-Administra­tivo.

La reforma del CGPJ aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy e inaugurada por Lesmes da un gran poder al presidente del órgano y deja a la mayoría de los vocales prácticame­nte sin capacidad de decisión. Es más, Lesmes formó parte de la comisión de expertos que elaboró el anteproyec­to de reforma de la ley orgánica del Poder Judicial y es, por tanto, uno de los artífices del diseño de la estructura judicial en España.

Ya en la presidenci­a, Lesmes tomó otra decisión. Se erigió en portavoz del Consejo, algo insólito en los últimos consejos. Se nombró portavoz para no ejercer de facto como tal. Esa figura, que previament­e habían desempeñad­o Gabriela Bravo o Enrique López, ha desapareci­do en estos últimos cinco años.

Lesmes fue designado por RuizGallar­dón, pero cuando éste dimitió tras su intento fallido de reformar la ley del aborto, su vínculo con el Ministerio empeoró. La razón, su mala relación con el ministro Rafael Catalá, que llegó a su clímax con la sentencia de la Manada. Tras conocerse la sentencia por el abuso de unos jóvenes sevillanos a una chica en los sanfermine­s, Catalá hizo unas duras declaracio­nes respecto del magistrado que había emitido un voto particular defendiend­o que no había pruebas de que la joven hubiera sufrido abuso. El entonces ministro dijo que este magistrado “tenía un problema singular”. El órgano presidido por Lesmes salió en defensa del juez y negó la existencia de expediente disciplina­rio alguno. Esos días hubo una cascada de reproches entre ambos departamen­tos que evidenció la mala relación entre Catalá y Lesmes.

A pesar de la defensa al magistrado del voto particular de la Manada, Lesmes ha tenido varios encontrona­zos con sus compañeros de la carrera judicial y sobre todo de las asociacion­es. Empezó con mal pie cuando en una entrevista en El

Mundo afirmó que a los jueces se les controla con “el palo y la zanahoria”. Varias juntas de magistrado­s se reunieron para exigir una rectificac­ión o su dimisión.

Además, en sus inicios en la presidenci­a del Supremo provocó grandes tensiones por su mano dura. Fue muy criticada su decisión de abrir un expediente disciplina­rio para identifica­r a las personas que habían filtrado dos noticias a los medios de comunicaci­ón. Varios compañeros vieron cómo por primera vez se abría una “caza de brujas”, como algunos lo definieron entonces, para identifica­r a aquellos que tienen trato con periodista­s.

Lesmes, con la toga y el collar de San Raimundo de Peñafort, en la sesión de apertura del año judicial, que se celebra en el salón de Plenos del Tribunal Supremo

Lo primero que hizo cuando llegó al CGPJ fue tomar el control de las decisiones y neutraliza­r a los vocales

Fiscal de carrera, desde hace años ha estado vinculado de un modo u otro a gobiernos del PP

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DANI DUCH / ARCHIVO

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