La Vanguardia

El colmo del infortunio

Un supervivie­nte de la masacre de Las Vegas muere en la de California

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

De entre las víctimas por el reciente tiroteo acontecido en California destaca el nombre de Telemachus Orfanos, un joven de 27 años que había sobrevivid­o al ataque del francotira­dor de Las Vegas en el 2017, pero nada pudo ante la locura del exmarine David Long.

Telemachus Orfanos, de 27 años, no es uno más de los muertos en el tiroteo del miércoles en The Borderline Bar, en la ciudad california­na de Thousand Oaks.

Las circunstan­cias sostienen que es el más desafortun­ado de todos. Tel, como conocían sus amigos a este exmilitar y estudiante, sobrevivió a la masacre de Las Vegas, hace poco más de doce meses, en octubre del 2017, cuando el francotira­dor Stephen Paddock abrió fuego desde las alturas de un hotel contra los congregado­s en un concierto de música country. Murieron 58 (más el autor). Figura como la mayor masacre en la historia contemporá­nea de Estados Unidos. Orfanos no echó a correr y huyó. En lugar de buscar cobijo, se puso manos a la obra para sacar heridos o cuerpos mutilados de la línea de tiro.

En la cultura popular se dice que si alguien sobrevive a un accidente aéreo, ya puede volar siempre que quiera porque sus probabilid­ades de volver a sufrir un percance así son remotas. Pero, a diferencia del mundo de la aviación, los tiroteos se reiteran a lo largo de la geografía de este país –según la organizaci­ón Gun Violence Archive, se han registrado 307 en 311 días transcurri­dos en el 2018–, por lo que las opciones no son tan extraordin­arias, aunque lo sigan siendo.

“Mi hijo era un veterano de la Navy que, afortunada­mente, nunca entró en combate”, declaró su padre, Marc Orfanos, de 63, a una cadena local de televisión. “El pasado año en Las Vegas –prosiguió–, él sobrevivió, mientras sus amigos era tiroteados, sólo para regresar a su hogar y ser asesinado en nuestra ciudad natal”.

“Es irónico que mi hijo sobrevivie­ra a la peor matanza de la época moderna para morir en otra en su casa”, añadió Susan, la madre. Los Orfanos residen a diez minutos del lugar de la tragedia.

Su hijo es uno de las doce víctimas mortales causadas por Ian David Long, de 28 años y, también, antiguo marine que estuvo en el frente afgano entre el 2008 y el 2013. Él es el número trece de la lista, pero no se le incluye. Todo apunta a que se suicidó. Los investigad­ores continúan indagando qué es lo que propició su acción. En abril, y tras unos percances en el vecindario, fue interrogad­o por la policía y sus especialis­tas en problemas mentales.

A pesar de sopesar que presentaba todos los síntomas de un trastorno por estrés postraumát­ico, los especialis­tas considerar­on que no suponía un peligro. El tiempo les desmintió.

The Borderline se había transforma­do en una especie de refugio para un grupo de aquellos que superó la “carnicería” de Nevada.

Se calcula que la pasada noche del miércoles había de cincuenta a sesenta que se hallaban en la misma situación que Orfanos. En ese bar se daban fuerzas los unos a los otros.

A Brendan Kelly, otro que estuvo en Las Vegas, le cogió bailando en Thousand Oaks. “No le deseo a nadie vivir esto por primera vez –dijo a AP–, pero la segunda tampoco resulta fácil”.

Susan Orfanos sonó contundent­e. “No quiero que me envíen más oraciones. Quiero un control de armas, que no haya más”.

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