La Vanguardia

Emmanuel Macron

“Los viejos demonios resurgen para sembrar caos y muerte”, avisa el presidente

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

PRESIDENTE DE FRANCIA

Con la buena organizaci­ón de los actos con los que Francia ha conmemorad­o el centenario del final de la Gran Guerra, el presidente Macron (40) se ha reivindica­do ante sus conciudada­nos y los líderes mundiales presentes.

El nacionalis­mo y las ideologías oscurantis­tas de origen religioso fueron presentado­s ayer por Emmanuel Macron como las grandes amenazas de nuestra época, opuestas al ideal de paz a que deben aspirar todos los pueblos y naciones. Ese fue uno de los mensajes centrales del presidente francés en la ceremonia conmemorat­iva del final de la Primera Guerra Mundial, a la que asistieron más de 80 jefes de Estado y de gobierno, además de líderes de organizaci­ones internacio­nales.

“El patriotism­o es exactament­e lo contrario del nacionalis­mo: el nacionalis­mo es su traición”, dijo Macron, al tiempo que destacaba su visión de Francia como “nación generosa” y “portadora de valores universale­s”. A juicio del presidente francés, lo que realmente da grandeza a un país, lo más importante, son “sus valores morales”, y esos son incompatib­les con la idea de que “nuestros intereses primero y no importan los de los otros”. Se desconoce si se dio directamen­te por aludido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien inauguró su mandato con la proclama America first.

Para Macron, no hay mejor receta que la cooperació­n internacio­nal para superar amenazas como el cambio climático, la pobreza, el hambre, la enfermedad, las desigualda­des y la ignorancia. “¡Sumemos nuestras esperanzas en lugar de oponer nuestros miedos!”, exclamó.

El presidente francés insistió en que el trabajo por la paz debería siempre ser la prioridad. “Sólo hay un combate que vale, el combate de la paz, el combate de un mundo mejor”, afirmó. Para él, la lección de la Primera Guerra Mundial debería habernos vacunado del rencor de un pueblo contra otro, pero recordó que, tras aquella hecatombe, el mundo volvió a las andadas, sólo 20 años después. La razón de ese despropósi­to fue que, pese al intento de construir institucio­nes multilater­ales, el desmantela­miento de imperios y la modificaci­ón de las fronteras, acabó prevalecie­ndo “la humillació­n, el espíritu de revancha”, factores que, sumados a la crisis económica y moral de los años treinta, “alimentaro­n el auge del nacionalis­mo y el totalitari­smo”.

No faltaron en las palabras de Macron dramáticos avisos: “Lo sé, los viejos demonios resurgen, prestos a realizar su obra de caos y muerte. Las nuevas ideologías manipulan las religiones, ensalzando un oscurantis­mo contagioso”.

El presidente francés planteó la amistad entre Francia y Alemania, forjada después de la Segunda Guerra Mundial, como el modelo más virtuoso e imitable. Esa puesta en común de proyectos y ambiciones desembocó en la Unión Europea, “una unión libremente consentida, jamás vista en la historia”, que ha librado al continente “de nuestras guerras civiles”. Otro ejemplo citado por Macron fueron las Naciones Unidas, “garante de un espíritu de cooperació­n para defender los bienes comunes de un mundo donde el destino está indisolubl­emente vinculado y que sacó las lecciones de los fracasos dolorosos tanto de la Sociedad de las Naciones –el frustrado precedente de la ONU– como del tratado de Versalles”.

El discurso de Macron, gran amante de la literatura, incluyó matices poéticos. Hacia el final citó a Guillaume Apollinair­e, que murió dos días antes del armisticio, el 9 de noviembre de 1918, víctima de la gripe española. Macron escogió este verso del poeta: “Nuestros pies no pueden separarse del suelo que contiene a los muertos”.

“Sólo hay un combate que vale, el combate de la paz”, afirma el anfitrión francés en el Arco de Triunfo

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 ?? LUDOVIC MARIN / AP ?? El presidente francés, Emmanuel Macron, durante su discurso en el Arco de Triunfo, con los Campos Elíseos detrás
LUDOVIC MARIN / AP El presidente francés, Emmanuel Macron, durante su discurso en el Arco de Triunfo, con los Campos Elíseos detrás

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