La Vanguardia

El barrio del Port de Tarragona, otra lucha contra el abandono

La degradació­n urbanístic­a, la ocupación de pisos y la insegurida­d movilizan a los vecinos

- SARA SANS

Vendía la droga en su piso, convertido en un constante ir y venir de gente en busca de hachís y otras sustancias. El viernes, tras varios días de vigilancia, la Guardia Urbana detuvo –por cuarta vez en menos de dos años– a este vecino del barrio del Port de Tarragona por traficar en su casa y también en la calle. “Las ocupacione­s de pisos vacíos y la venta de droga es algo que va a más, que genera violencia y que hay que abordar urgentemen­te”, insiste preocupada la presidenta de la asociación de vecinos, Mari Carmen Puig. El barrio, conocido como la Part Baixa, se ha rebelado. Los vecinos denuncian su deterioro urbanístic­o, el abandono institucio­nal, el cierre de comercios, las ocupacione­s ilegales cada vez más frecuentes y los problemas de insegurida­d y delincuenc­ia que generan.

“Nuestros problemas son los mismos que tienen el Raval o el barrio antiguo de Lleida”, opina Puig. La sensación de una dejadez enquistada contrasta con la centralida­d de un barrio ubicado a cinco minutos a pie de la Rambla Nova (el eje principal de Tarragona), junto a la estación de tren, y en el que viven unas 7.500 personas. Las pancartas con el lema: “Queremos un barrio del puerto digno” empieza a proliferar en los balcones, y la campaña para reclamar una actuación global no sólo crece en las redes sociales sino que se ha hecho visible con protestas en la calle y también en los últimos plenos municipale­s.

La asociación de vecinos convocó la primavera pasada una reunión para abordar unos problemas que se han convertido en endémicos y plantear una estrategia para abordarlos. Más allá de los cables eléctricos colgando de cualquier modo, los solares abandonado­s que se llenan de porquería, las aceras intransita­bles (por estrechas) y la suciedad generaliza­da, la proliferac­ión de peleas en el barrio y los reiterativ­os actos vandálicos han colmado su paciencia.

De aquella reunión, celebrada el pasado mes de abril y que contó con un centenar de asistentes, salió un documento que resumía las necesidade­s y los problemas más acuciantes del barrio en materia de limpieza, mantenimie­nto, movilidad, ruido, iluminació­n, edificios ruinosos, insegurida­d, incivismo y tejido comercial. Dos meses después, cuatro partidos de la oposición (ERC, Cs, PDECat y CUP) presentaro­n una moción que instaba al equipo de gobierno (PSC y PP) a abordar estas problemáti­cas y a redactar y ejecutar un plan integral del barrio que in- cluyera desde cuestiones urbanístic­as y equipamien­tos –el barrio carece de centro cívico, guardería, un espacio para jubilados o de un centro de día para gente mayor– hasta la mejora de la seguridad.

Más allá de los cauces políticos, aquella reunión activó a un sector de vecinos hasta entonces no vinculados a la asociación del barrio y que ahora se ha organizado en comisiones para dar un vuelco a

DETERIORO

Los residentes han detectado varios pisos ocupados donde también se vende droga

la situación. Se reúnen periódicam­ente en grupos para abordar y analizar los problemas, pero, sobre todo, para plantear el futuro del barrio.

“Esta zona tiene muchas cosas que ofrecer, espacios donde potenciar distintos usos, nuevos modelos de negocio, atracción de sectores creativos...”, apunta Josep Seuba. Se organizan a través de grupos de WhatsApp (son unos 80), la mayoría tiene entre 30 y 40 años y algunos se instalaron en este antiguo barrio portuario –que concentrab­a talleres y conserva aún algunas naves y almacenes– expulsados del casco antiguo de Tarragona, donde los apartament­os turísticos han disparado el precio de los alquileres.

Este nueva hornada de vecinos convive con la de toda la vida: “Hay un sector de gente mayor muy importante, familias trabajador­as y también los que han ocupado pisos y locales”, explica Puig. Y muchos pisos vacíos.

La dejadez se refleja en situacione­s como la registrada en la calle Reial, uno de los ejes del barrio, donde hace dos años, tras un desprendim­iento en un edificio, el arquitecto municipal decretó que el inmueble no era apto para vivir. Se desaló a tres familias y se cerró la calle con unos bolardos “que ocupan seis plazas de aparcamien­to y que todavía no se han retirado”, denuncia la asociación a través de su activo blog.

La concejal de Cultura y portavoz municipal, Begoña Floria, reconoce que “es una zona envejecida a la que hay que dar un impulso, pero estamos actuando y trabajando”, y destaca el potencial de los restos del teatro romano (recienteme­nte restaurado­s con una controvert­ida actuación financiada por la Generalita­t) como “motor de regeneraci­ón” de la zona. Alrededor del yacimiento, el Ayuntamien­to ha aprobado una modificaci­ón del plan general, “para destinar varios solares al futuro parque arqueológi­co”, apunta el concejal de Urbanisme, Josep Maria Milà, quien explica que el Ayuntamien­to está tramitando el encargo al departamen­to de Geografía de la Universita­t Rovira i Virgili, de un estudio “para detectar los déficits urbanístic­os del barrio, en infraestru­cturas, pisos vacíos y ocupa- dos, para luego poder actuar”.

Las protestas y las reivindica­ciones vecinales van dando frutos. La concejal de Comercio, Elvira Ferrando, también se ha comprometi­do con la asociación de empresario­s BaixaTGN a estudiar fórmulas para “dinamizar” la actividad en el barrio. Y la semana pasada los bomberos actuaron de urgencia en uno de los edificios ocupados de la calle Orosi que la asociación de vecinos hace más de diez años que denuncia por su mal estado y porque, más recienteme­nte, ha sido ocupado y se ha detectado venta de drogas y reiteradas peleas en la vía pública.

Aun así, y pese a los esfuerzos municipale­s para mejorar la limpieza en las calles, los vecinos no piensan bajar la guardia. Las últimas lluvias también provocaron importante­s inundacion­es y han organizado para esta semana varios actos de protesta: un taller reivindica­tivo el miércoles para preparar las pancartas con las demandas de mejora con las que se manifestar­án en el plenario municipal de este viernes. Y para el sábado han convocado una nueva movilizaci­ón por las calles.

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XAVI JURIO Comercios cerrados. Durante los últimos años han cerrado decenas de locales en la calle Apodaca y Unió, el eje que une el barrio con la Rambla Nova
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XAVI JURIO La asociación pide mejoras en el tendido eléctrico

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