Demasiados metros
Distancia entre líneas. De nuevo fue la clave del rendimiento del juego azulgrana. Y por su forma de jugar este déficit acaba incidiendo tanto en el rendimiento ofensivo como defensivo. El Barcelona es un equipo que sólo sabe defender de manera eficiente cuando lo hace hacia delante. Si lo hacen corriendo hacia atrás, su capacidad disminuye notablemente. Por eso la clave del Barcelona consiste en jugar en campo contrario. Pero eso sólo se consigue si las líneas están suficientemente juntas. Para ello es necesario que el Barcelona haga transiciones lentas desde su posición defensiva, para que el equipo se vaya juntando hasta llegar a situarse en campo contrario. Ayer de nuevo le costó conseguirlo, producto tanto de esa falta de solidez de su filosofía como por los méritos de los jugadores de Quique Setién. Fíjense que un jugador que debe tener un protagonismo especial como Arthur apenas entró en juego en ningún momento. La explicación es muy clara. El brasileño, para rendir al máximo, debe tener muchos compañeros cerca y ayer todos estaban muy alejados. Pero hay un segundo déficit que es la falta de compromiso ante el repliegue por parte de los centrocampistas. Que por un lado es comprensible, porque hay momentos en que se encuentran en tierra de nadie y un solo segundo de duda entre si defiendes hacia al rival, corriendo hacia delante, u optas por replegarte te puede dejar fuera del partido. Ayer se vio como en alguna jugada donde el Betis llegó al área azulgrana y que incluso se tardó en rematar, los centrocampistas tardaron en aparecer en la imagen de la televisión. O en el gol de Lo Celso, cuando remató totalmente solo dentro del área en una jugada que no fue de contragolpe.
Hay que sacarse el sombrero ante este entrenador. Tanto por su filosofía de juego, que es indiscutible, como por la fortaleza mental con la que ha dotado a sus jugadores para que no se acomplejen ante los errores. Ayer con el Barcelona presionando en el área de Pau, no les importó pasarse el esférico como si lo hicieran en zonas avanzadas. Eso supuso que de manera casi ridícula tirasen el balón fuera de banda casi a dos o tres metros de su línea de fondo, pero la fe en su entrenador hizo que no se acomplejaran. Esta fortaleza le dio ayer dos aspectos positivos. Por un lado la credibilidad en el sistema de juego que quizás contra un Barcelona pueda suponerte un susto, pero que a largo plazo favorece el juego del equipo. Por otro, y muy importante respecto al partido de ayer, ya que la presión del Barcelona que normalmente se sitúa cinco metros por delante del área rival hasta el centro del campo tenía que desarrollarse desde la línea de fondo hasta el mediocampo. Demasiados metros cuadrados para que los Busquets, Rakitic o Arthur encontraran su hábitat natural. Otro aspecto muy positivo del Betis es que además, al gozar de más espacio, jamás rifaban la pelota. Y sus pases eran consecuencia de la suma de por lo menos un control orientado y el pase o después de conducciones para aprovechar los espacios.