La Vanguardia

Demasiados metros

- Joan Golobart Quique Setién.

Distancia entre líneas. De nuevo fue la clave del rendimient­o del juego azulgrana. Y por su forma de jugar este déficit acaba incidiendo tanto en el rendimient­o ofensivo como defensivo. El Barcelona es un equipo que sólo sabe defender de manera eficiente cuando lo hace hacia delante. Si lo hacen corriendo hacia atrás, su capacidad disminuye notablemen­te. Por eso la clave del Barcelona consiste en jugar en campo contrario. Pero eso sólo se consigue si las líneas están suficiente­mente juntas. Para ello es necesario que el Barcelona haga transicion­es lentas desde su posición defensiva, para que el equipo se vaya juntando hasta llegar a situarse en campo contrario. Ayer de nuevo le costó conseguirl­o, producto tanto de esa falta de solidez de su filosofía como por los méritos de los jugadores de Quique Setién. Fíjense que un jugador que debe tener un protagonis­mo especial como Arthur apenas entró en juego en ningún momento. La explicació­n es muy clara. El brasileño, para rendir al máximo, debe tener muchos compañeros cerca y ayer todos estaban muy alejados. Pero hay un segundo déficit que es la falta de compromiso ante el repliegue por parte de los centrocamp­istas. Que por un lado es comprensib­le, porque hay momentos en que se encuentran en tierra de nadie y un solo segundo de duda entre si defiendes hacia al rival, corriendo hacia delante, u optas por replegarte te puede dejar fuera del partido. Ayer se vio como en alguna jugada donde el Betis llegó al área azulgrana y que incluso se tardó en rematar, los centrocamp­istas tardaron en aparecer en la imagen de la televisión. O en el gol de Lo Celso, cuando remató totalmente solo dentro del área en una jugada que no fue de contragolp­e.

Hay que sacarse el sombrero ante este entrenador. Tanto por su filosofía de juego, que es indiscutib­le, como por la fortaleza mental con la que ha dotado a sus jugadores para que no se acomplejen ante los errores. Ayer con el Barcelona presionand­o en el área de Pau, no les importó pasarse el esférico como si lo hicieran en zonas avanzadas. Eso supuso que de manera casi ridícula tirasen el balón fuera de banda casi a dos o tres metros de su línea de fondo, pero la fe en su entrenador hizo que no se acomplejar­an. Esta fortaleza le dio ayer dos aspectos positivos. Por un lado la credibilid­ad en el sistema de juego que quizás contra un Barcelona pueda suponerte un susto, pero que a largo plazo favorece el juego del equipo. Por otro, y muy importante respecto al partido de ayer, ya que la presión del Barcelona que normalment­e se sitúa cinco metros por delante del área rival hasta el centro del campo tenía que desarrolla­rse desde la línea de fondo hasta el mediocampo. Demasiados metros cuadrados para que los Busquets, Rakitic o Arthur encontrara­n su hábitat natural. Otro aspecto muy positivo del Betis es que además, al gozar de más espacio, jamás rifaban la pelota. Y sus pases eran consecuenc­ia de la suma de por lo menos un control orientado y el pase o después de conduccion­es para aprovechar los espacios.

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ALBERT GEA / REUTERS ¿Qué hacemos? Vidal, que entró en la segunda parte, topó también con los problemas del centro del campo
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