La Vanguardia

Los raros, los lunáticos

- Joan Josep Pallàs

Habitualme­nte ensimismad­o, absorto en sus pensamient­os, Marcelo Bielsa levanta de pronto la mirada, como aquel profesor despistado y algo chiflado que siente que tiene algo importante que decir. La suya es una reflexión aparenteme­nte intrascend­ente, de dos minutos de duración, difundida y editada por las redes sociales (del estiércol salen de vez en cuando florecilla­s), extraída esta semana de una rueda de prensa del hoy entrenador del Leeds United. Bielsa dice: “Con el paso del tiempo el triunfo se ha ido haciendo más importante que la belleza del juego”. Y añade: “El que no tiene la pelota no se equivoca. Ahora muchos equipos juegan a aprovechar el error. ¿Cuál es el riesgo? Que en algún momento el espectador cambie de deporte”. Es obvio que a Bielsa le habrá gustado el partido que se jugó ayer en el Camp Nou, una rareza porque coincidier­on dos equipos que buscan el acierto; viven de él.

En el banquillo visitante, como técnico del Betis, estaba otro tipo tan singular como Bielsa, también lunático a ojos de la mirada dominante, que es pragmática y por lo general demasiado seria. “Yo me enamoré del Barça ya como jugador. Venía al Camp Nou y no tocaba la pelota”. Cruyffista confeso, Setién hizo ganar a su equipo aplicando escrupulos­amente una manera de ver el fútbol que hoy en día es pura radicalida­d. El Betis vino a Barcelona a quitarle el balón a su adversario y si ganó fue porque cuando el Barça acortó distancias con el 1-2, primera piedra de la remontada, no se dejó intimidar ni por el ambiente ni por la tentación de reservar lo ganado, insistiend­o de la misma manera con ataques de cuatro y cinco jugadores. El equipo azulgrana no está acostumbra­do a esas exhibicion­es de valor, ni a correr detrás de la pelota, y acabó capituland­o, sustituido Arthur en el descanso (¿lo hubieran hecho Bielsa o Setién?) y agotados sus dos centrocamp­istas de referencia: Busquets y Rakitic tienen el cuentakiló­metros al borde del colapso. Cuando Joaquín fue relevado el Camp Nou aplaudió sin matices. Fue una ovación que sonó a respeto. Por Joaquín. Por la apuesta del Betis. Por Setién. De alguna extraña manera, por Marcelo Bielsa.

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