Mad Max desata la furia
Verstappen estalla contra Ocon por privarle de la tercera victoria
En el paddock de F-1 es de todos conocido el carácter impetuoso y el pilotaje agresivo de Mad Max Verstappen (21). Ayer en Brasil, el explosivo piloto holandés se ganó las simpatías que le podían faltar de la afición automovilística por la exhibición de valentía y ambición que ofreció en Interlagos, con adelantamientos soberbios sobre la élite de la parrilla –Räikkönen, Vettel, Bottas (a los tres en las 10 primeras vueltas) y Hamilton–, pero sobre todo por la injusticia de quedarse sin victoria, que habría sido la tercera del curso y segunda consecutiva. Le frustró el triunfo la torpeza de Esteban Ocon (Force India), contra el que estalló Verstappen.
“¡Es un maldito idiota!”, arrojó contra el francés por radio al trompear en la vuelta 44 por culpa de un toque provocado por el Force India, justo cuando el holandés empezaba a construir una sólida ventaja para encaminarse hacia la victoria. Faltaban 27 vueltas, hacía cuatro giros que Verstappen había adelantado a Hamilton en la recta de meta y lo dejaba atrás. Estaba siendo el piloto más fuerte en el asfalto... hasta que se cruzó con Esteban Ocon.
El francés, que no se jugaba nada (era 14.º), quiso desdoblarse después de ser adelantado por el Red Bull en la recta, y al llegar a la frenada del primer ángulo se metió por dentro en la curva 2, en medio de la trazada de Verstappen, y lo dejó sin espacio. Toque, trompo y adiós a la victoria. El holandés se descolgó a 5s de Hamilton, con el coche dañado y ciego de rabia.
“No sé qué decirte, compañero”, le decía su ingeniero de pista al cruzar la meta en segunda posición, tras acercarse infructuosamente a Hamilton hasta 1,4s. “Yo sí sé qué decir... Espero no encontrármelo (a Ocon) ahora en el paddock porque lo...”. El final de la frase amenazante lo taparon los pitidos censores de la realización de la FOM. Pero se podía intuir. De hecho, el propio Verstappen lo dejó claro pocos minutos después, al acudir los pilotos al pesaje: el holandés se fue a buscar a Ocon para increparlo, según recogieron las cámaras de Canal+ Sport Francia.
En presencia de varios comisarios, de Bottas y Hartley, Verstappen, muy enojado, se encaró con el francés, le pidió explicaciones y le empujó hasta tres veces con la mano en el pecho, mientras el de Force India se defendía como podía y abría los brazos en señal de incomprensión. El holandés optó por retirarse antes de llegar a las manos. “Ha sido un idiota, me ha sacado de la pista. Hoy teníamos un buen coche, estaba muy bien con los superblandos, estoy contento con el 2.º puesto, pero debería haber ganado”, lamentaba Verstappen, que fue escogido por los aficionados piloto del día. Fue su único consuelo: ser el ganador moral de la carrera. Ni la sanción a Ocon, la más dura posible –10 segundos en un stop&go (estar detenido 10s en un pit-stop)–, le compensaba de la frustración de quedarse sin su 6.ª victoria.
Como en los últimos grandes premios –lleva cuatro, desde Japón, subido en el podio–, Verstappen fue el gran animador. Arrancaba 5.º, adelantó con agresividad a Räikkönen, a Vettel y a Bottas en las 10 primeras vueltas, se erigió en perseguidor de Hamilton y también le dio caza. “Max, tienes unos neumáticos bastante más jóvenes que los de Hamilton”, le calmaban, para que no se precipitase. Pero le dio el hachazo en la misma vuelta. ¿Para qué esperar? El liderato sólo le duró cuatro vueltas.
Hamilton, por mediación de Ocon, tuvo la suerte de los campeones. Volvió a ganar, su décimo triunfo el año, la primera victoria que logra después de coronarse campeón. La 72.ª de su palmarés (20 más que Vettel), y la que vale el quinto Mundial de constructores consecutivos para Mercedes, el gran dominador de la era híbrida de la F-1.
Räikkönen cerró el podio (tercero consecutivo) tras una bella pugna con Ricciardo. Los dos pilotos desahuciados de sus equipos brindaron uno de los mejores duelos de Interlagos. Nada que ver con las carreras discretas de Sainz (12.º) y Alonso (penúltimo en el 17.º puesto).