La Vanguardia

Roma rechaza prestar sus Da Vinci a Paris en plena fiebre nacionalis­ta

El Gobierno italiano decide revisar un acuerdo que prometía ceder al Louvre obras del genio florentino en el quinto centenario de su muerte

- ANNA BUJ EUSEBIO VAL

Las relaciones entre Italia y Francia no pasan por sus mejores momentos desde que la Liga y el Movimiento 5 Estrellas pactaron para llegar a gobernar en el Palazzo Chigi. Especialme­nte notorias son las desavenenc­ias entre el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, y el presidente galo, Emmanuel Macron, quien se han reprochado públicamen­te –y con lenguaje elevado– la gestión de la crisis migratoria. Pero nadie podría imaginar que las tensiones diplomátic­as entre dos grandes países europeos y vecinos llegarían también al mundo del arte.

Cuando está por cumplirse, el año que viene, el 500.º aniversari­o de la muerte de Leonardo da Vinci, Italia ha decidido enzarzarse en una disputa con el Louvre por los ambiciosos planes del museo parisino para celebrar la señalada fecha: una gran exposición con la mayor parte de la obra pictórica del genio florentino en otoño del año que viene.

La anterior administra­ción italiana del gobierno de Paolo Gentiloni había prometido en una serie de cadenas de correos electrónic­os que cederían todos los cuadros de Leonardo que se exponen en los museos públicos italianos y que no organizarí­an ninguna gran iniciativa que pudiese ensombrece­r las intencione­s del Louvre. Algo que la actual administra­ción italiana no piensa pasar porque lo ve “una vergüenza”, por lo que ha decidido revisar el acuerdo.

“No es porque sea Francia, pasaría lo mismo con Finlandia”, explica la subsecreta­ria del Ministerio de Bienes Culturales y Turismo italiano, Lucia Borgonzoni, de la Liga. “Aunque muriera en Francia, Leonardo es un genio italiano, y no vamos a regalarles todo a cambio de nada. Por algo se llamaba Leonardo, no Leonardò como le llaman ellos”, dice pronuncian­do en francés.

En el acuerdo que había estipulado el anterior Ministerio, liderado por Dario Franceschi­ni, Italia se comprometí­a a ceder los principale­s dibujos de Leonardo y la totalidad de cuadros, a excepción de alguno inamovible, a cambio de que en el 2020 el Louvre enviase al país vecino una colección de Rafael para conmemorar los 500 años de la muerte de otro genio italiano en una gran exposición en las caballeriz­as del Quirinal en Roma. Pero según Borgonzoni, en las tratativas entre ambos ministerio­s, París en ningún momento se comprometí­a a ceder un número concreto de cuadros de Rafael. “Sólo los desplazabl­es, que puede significar sólo uno, mientras exigían todos los de Leonardo. Era una cosa vergonzosa. Era regalar todo a cambio de nada”, insiste la liguista.

Según Borgonzoni, lo que verdaderam­ente ha inquietado a Italia es que en programa de celebracio­nes italianas por el aniversari­o de Leonardo se debe “escoger tiempos y modos tales para no entrar en competenci­a con la gran exposición del Louvre programada para otoño, con la que Italia pretende colabo-

rar activament­e”. Para la actual administra­ción en Roma esto equivale a “olvidar que Leonardo era italiano”.

El director de la Galería de los Uffizi, el alemán Eike Schmidt, coincide con la subsecreta­ria Borgonzoni, aunque por motivos técnicos. Explica que ceder los tres cuadros que les ha pedido el Louvre es una mala idea porque son delicadísi­mos, y necesitan estar protegidos en todo momento por un cristal que mantenga la temperatur­a ideal de su conservaci­ón. “Podemos hablar de llevar algunos de los diez dibujos que nos han pedido, pero estos cuadros son inamovible­s primero por su fragilidad, y después por un sentido de identidad. Los italianos vienen a los Uffizi a verlos porque son suyos, y también atraen a miles de turistas”, comentó Schmidt.

En Francia, tanto el Gobierno como el propio museo del Louvre optaron por la cautela y el mutismo ante la decisión italiana. La estrategia parece consistir en no echar más leña al fuego. Lo mismo hizo París, por ejemplo, ante los recientes tuits intempesti­vos de Donald Trump, a quien Salvini ha querido desde siempre emular.

Desde el museo respondier­on con un “no comment” a la situación, aunque es evidente que están preocupado­s porque la exposición sobre Leonardo da Vinci debe ser uno de los reclamos más potentes el próximo año. Se percibe amargura y un sentimient­o de injusticia, pues durante la Exposición Universal de Milán, en el 2015, el Louvre fue el único museo del mundo que cedió obras –dos pinturas– precisamen­te para la muestra sobre Leonardo da Vinci que se organizó en la capital lombarda.

Quien no se mordió la lengua fue el exministro de Cultura Fréderic Mitterrand, sobrino del presidente François Mitterrand, buen conocedor de Italia y exdirector de Villa Medicis. En declaracio­nes a la emisora France Info, Mitterrand recordó que el desplante del actual Gobierno italiano rompe con una tradición de préstamos entre los grandes museos internacio­nales que ni siquiera se interrumpi­ó durante los años más difíciles de la guerra fría. “Los préstamos se discuten entre los patronos de los museos y los ministros, en general, intentan precisamen­te dejarles plena libertad”, insistió el extitular de Cultura francés. Según Mitterrand, no tiene sentido esgrimir el nacimiento o la nacionalid­ad de un artista, habida cuenta de los innumerabl­es casos de creadores que han pasado de un país al otro, y recordó, como ejemplo virtuoso, la iniciativa del Louvre de Abu Dhabi. “Yo no puedo creer que la decisión de la secretaria de Estado italiana sea fruto de un proyecto cultural sino más bien de una especie de crisis de rabia nacionalis­ta”, concluyó Mitterrand.

El episodio no hace más que recordar la eterna rivalidad cultural entre Italia y Francia. Los italianos siempre presumen de ser el país con más lugares señalados como patrimonio de la humanidad por la Unesco, 53, mientras que Francia tiene sólo 42. Pero en cambio, a nivel de museos ningún centro italiano puede competir con el Louvre y sus 8,1 millones de visitantes en el 2017. El mismo año, los lugares del Ministerio de Cultura italiano más visitados eran el Coliseo de Roma, con 6,4 millones, y Pompeya, con 3,1. La Galería de los Uffizi aparece en tercer lugar del ranking con 2,4 millones de visitantes. Sólo los Museos Vaticanos, con una de las mayores coleccione­s de arte del mundo en sus siete kilómetros de galerías, puede equiparars­e al Louvre con más de 6 millones de personas cada año. Pero no pertenecen al Estado italiano, sino a la Santa Sede.

También destacable es la competició­n entre Roma y París como emblema turístico aunque, de nuevo, la capital francesa vence de mucho. El año pasado batió el récord de turistas con 33,8 millones de visitantes, mientras que la italiana llegaba a 21 millones. En el 2019, la rivalidad tendrá como epicentro a Leonardo, que nació en Italia en 1452 pero murió en Francia en 1519. El orgullo italiano nunca ha llevado muy bien que su archiconoc­ida obra, La Gioconda, esté en suelo francés.

El nacionalis­mo en el mundo del arte ya protagoniz­ó una sonada polémica en Italia en la pasada legislatur­a, cuando Franceschi­ni decidió consentir que por primera vez los extranjero­s pudiesen dirigir los principale­s museos italianos. Entre ellos, el mismo Schmidt en los Uffizi.

Para algunos sectores del país el gesto significab­a cerrar las puertas a los mejores gestores nacionales para beneficiar a los foráneos. “En Italia hay una especie de amor por el extranjero, se da por supuesto que por el simple hecho de ser de fuera, lo harán mejor”, protesta la subsecreta­ria Borgonzoni.

“Aunque muriera en Francia, Leonardo es un genio italiano”, dicen en Roma

“La decisión es fruto de una crisis de rabia nacionalis­ta”, responden en París

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