Catalunya en la campaña andaluza

LA campaña para las elecciones andaluzas promete ser tensa e intensa hasta el día de las votaciones, el 2 de diciembre. Nadie duda de que el PSOE vaya a ser la fuerza más votada –“la gente nos vota, porque eres de los suyos” (José Rodríguez de la Borbolla)–, pero falta saber si Susana Díaz podrá gobernar y sobre todo con qué partido. La pugna más apasionante es entre el candidato del PP y el de Ciudadanos: o para ser más exactos entre Pablo Casado y Albert Rivera, que no sólo se juegan la medalla de plata, sino también su futuro político. Si el efecto Casado resulta un fuego de artificio, es evidente que se le cuestionará como la alternativa a ocupar la Moncloa. Si Rivera no consigue el sorpasso al PP en Andalucía, resulta claro que su nombre perderá brillo y se empezará a dudar de su liderazgo. De hecho, en voz baja, hay miembros de Ciudadanos que no entienden el escoramiento a la derecha y la pérdida de centralidad del partido de Rivera, haciéndole a él responsable de esta decantación.

Lo sorprendente de estas elecciones andaluzas es que Catalunya está presente como sujeto pasivo. Es evidente que la fallida declaración de independencia de hace un año está siendo exprimida en esos primeros días de mítines por los partidos, a fin de sacar réditos electorales. Nunca se habló tanto de Catalunya, ni de la unidad de España, en una campaña para elegir a los miembros del Parlamento andaluz. Como tampoco nunca se habían vistos tantas banderas rojigualdas en los actos de las fuerzas que se presentan al 2-D.

No será porque a los partidos les falten temas. Andalucía tiene un 22,9% de paro según la Encuesta de Población Activa, porcentaje que alcanza el 46% en el capítulo de los menores de 25 años, y estaría bien saber cómo piensan abordarlo las diferentes opciones. Los andaluces necesitan saber qué futuro les espera a ellos más que a los catalanes y ya va siendo hora que se lo expliquen.