La Vanguardia

“Mi padre sí que arriesgó...”

Gisela Pulido, diez veces campeona del mundo de kitesurf, se sumerge en el mundo de las olas gigantes

- SERGIO HEREDIA

Sopla el viento, no va a ser de otro modo. Esto es Tarifa. Descalzos, los surferos atraviesan el paseo marítimo. Van enfundados en el neopreno, con la tabla bajo el brazo. El mar les espera al fondo, revoltoso. Allí van, a surfear.

Esto es Tarifa.

Gisela Pulido (24) trae las manos en los bolsillos. Viene despreocup­ada, con la melena ondeando, sintiendo el viento. Vive en Tarifa, y eso es cosa suya.

Suya y de su padre, Juan Manuel. Gisela Pulido tenía diez años cuando el padre decidió llevársela a Tarifa. Antes, todos vivían en Premià de Mar. Tenían un negocio textil, negocio que habían heredado de los abuelos.

–Pero en esto del deporte, mi padre era un visionario. Siempre andaba buscando cosas nuevas –me cuenta Gisela Pulido.

–¿Por ejemplo?

–Yo tenía ocho o nueve años y él ya estaba investigan­do en el kitesurf. Se había ido a Hawaii, a comprarse una cometa. Y yo le imitaba. Acabé diseñando mi propia cometa. Pronto quise ponerme a competir. –¿Y qué pasó?

–Mi padre me apretaba. Me decía: ‘Si acabas entre las tres primeras, te dejo seguir en esto’. –Eso es presión...

–Yo no lo veía así. Sólo quería navegar, hacer kite. Quien arriesgó fue mi padre, que lo dejó todo para que viniéramos a Tarifa. Incluso se dejó atrás a mi madre...

Juan Manuel Pulido aparcó el negocio textil, vendió el apartament­o en Premià de Mar y con eso se compró otro en Tarifa.

–¿Y por qué quiso venir?

–Aquí sopla el viento. Lo hace

360 días al año.

Sopla el viento, no va a ser de otro modo. Esto es Tarifa.

(...)

A los diez años, Gisela Pulido era la campeona del mundo. Para entonces, ya salía en la prensa...

Conversamo­s junto al skatepark de Tarifa. Gisela Pulido acaba de inaugurarl­o. Lo ha hecho de la mano de Carla Morera, la impulsora del proyecto.

Carla Morera tiene siete años. Lleva el pelo rubio, muy largo. Una skater en miniatura. Me pregunto qué aspecto tendría Gisela Pulido a esa edad. Supongo que se parecían, niñas de Tarifa.

Carla Morera tuvo una visión. Esta historia va de visionario­s. Siempre iba sobre el skate, de aquí para allá. El skate eran sus zapatillas.

–Se negaba a caminar –me cuenta su madre, Noelia Núñez.

Sobre su tabla, Carla Morera se iba al skatepark de Tarifa, una estructura del 2008, ya vetusta.

Cuando se caía, y eso es inevitable en un skatepark, la niña se hacía daño. Se le clavaba una astilla en un dedo, se rascaba un codo. Carla Morera hizo un vídeo, se lo mandó a ColaCao y se ganó una beca Vamos.

Por eso estamos en Tarifa: hoy, el pueblo recibe su nuevo skatepark. Y ahí va el alcalde, Francisco Ruiz:

–¡Qué grande ereeeees, Carla! –le vocea a la niña.

Ella no sabe qué contestar.

Es una niña.

–¿Qué te gustaría ser de mayor? –le preguntan ahora.

–Profesiona­l del deporte, como Gisela Pulido –contesta.

Esto sí que lo tiene claro.

En total, Gisela Pulido ha ganado diez títulos mundiales. Se hizo una leyenda en la disciplina. Podemos colocarla a la altura de Carolina Marín. O a la de Lydia Valentín. ¿Por qué no?

El kitesurf será olímpico en 2024, en París.

Seamos francos: por ahora, eso queda en un segundo plano.

–Tras mi último Mundial, en el 2015 (su último título), necesitaba un parón. Estaba saturada. Además, los Mundiales han desapareci­do. Decidí mirar hacia otro lado –dice Gisela Pulido.

el

Mirando hacia otro lado, vio ocho islas. Las ocho, en el archipiéla­go canario. Quiso unirlas en su cometa, con el kitesurf.

–¿Cuánto duró aquello? –Siete días.

–¿Y qué distancia?

–En total, 380 kilómetros. Hubo un tramo de 90. Este último lo recorrí en 3h30m.

Y luego, cuando tocó tierra, volvió a mirar hacia otro lado.

Las olas grandes. Olas de diez metros. Ahí te estás jugando la vida.

Una de ellas se llama Jaws. Significa “mandíbulas”. Está en Hawaii. Así que a Hawaii se fue ella.

–¿Y a qué viene esto?

–Esto es un reto personal, la aventura de enfrentarm­e a esas olas y a los miedos. Puedes morirte. –¿Tiembla al ver ese mar?

–El miedo lo vives en la noche anterior. Y cuando llegas al lugar y ves el mar, cuando montas la cometa sobre la arena...

–¿Y luego?

–Luego, el miedo se camufla. Cuando te subes a la ola, no tienes tiempo para pensar. Sólo puedes acelerar y montarte arriba. No puedes tomar riesgos, ni caerte. –En serio ¿puede morir?

–Te puedes enredar con las líneas, verte bajo la ola, sentir cómo el agua te cae encima y te mueve como una centrifuga­dora. –¿Cómo se enfrenta a eso? –Hago largas apneas. He estado cuatro minutos sin respirar. Otras veces, me colocan un peso y camino en el fondo del mar. O me remueven, para desorienta­rme bajo el agua. ¿Sabe una cosa? –Dígame.

–La apnea es un ejercicio psicológic­o. Cuando te viene la ansiedad, aún tienes un gran margen de O2. Se lo prometo: nuestro cuerpo almacena mucho más oxígeno del que nos imaginamos.

VISIONARIO

“Yo tenía diez años cuando mi padre quiso venir a Tarifa: lo dejó todo atrás, incluso a mi madre”

FALTA DE OXÍGENO

“La apnea es un ejercicio psicológic­o: nuestro cuerpo almacena más oxígeno del que creemos”

EL PRESENTE

“Ahora me enfrento a olas gigantes: es un reto personal, la aventura de medirme a mis miedos”

TÍTULOS

Los éxitos de Pulido la colocan a la altura de talentos como Carolina Marín o Lydia Valentín

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INSTAGRAM Gisela Pulido surfeando en las islas de Mentawai, en Indonesia, el pasado verano

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