Comedia de altos vuelos
Superlópez
El crítico Jordi Batlle Caminal afirma que “Superlópez es una película modélica, un ejemplo de lo que debería ser, y casi nunca es, el cine popular para todos los públicos: un cine fresco e ingenioso, sin coartadas intelectuales, que no incurre en la vulgaridad ni en la sal gruesa ni ofende la inteligencia del espectador”.
Dirección: Javier Ruiz Caldera Intérpretes: Dani Rovira, Alexandra Jiménez, Maribel Verdú, Julián López Producción: : España, 2018. Duración: 107 min. Comedia Después del acierto de Anacleto, agente secreto, Javier Ruiz Caldera repite fórmula adaptando otro personaje de nuestros tebeos, con resultados no menos notables. Superlópez es una película modélica, un ejemplo de lo que debería ser, y casi nunca es, el cine popular para todos los públicos: un cine fresco e ingenioso, sin coartadas intelectuales, que no incurre en la vulgaridad ni en la sal gruesa ni ofende la inteligencia del espectador. Diversión sana, hecha con el coco y un gran entusiasmo, no en vano dos consumados talentos, Borja Cobeaga y Diego San José, se han encargado de la adaptación, libre y respetuosa, de las aventuras creadas por el historietista Jan, que no son otra cosa que una parodia de las de Superman.
El modelo narrativo e iconográfico puesto en circulación por Ruiz Caldera y sus guionistas es el Superman clásico (más clásico cada día que pasa) realizado en 1978 por Richard Donner, sólo que el superhéroe crece ahora no en la América profunda, sino en el Maresme. Reprime sus superpoderes por prescripción paterna y vive como un oficinista modesto cualquiera, hasta que una inminente catástrofe en el metro le obliga a actuar. A partir de ahí irrumpen la acción y la lluvia incesante de gags. Los mejores se sitúan en el centro de la obra, cuando en la granja de sus padres terrícolas (divertidísimos Pedro Casablanc y Gracia Olayo) estrena el traje canónico de superhéroe y aprende a volar, perdiéndose ahora en las Baleares, ahora en el País Vasco: una prodigiosa cadena de situaciones cómicas y slapstick de buena ley. Hay también un fragmento brillante en el Arc de Triomf, con hilarante participación de estatuas humanas. Y se saca un excelente partido de la torre Agbar, la guarida de la mala malísima (efectiva caricatura de la Verdú), antes de un clímax final digno de Los Increíbles. Y, como de propina, y sin que suene a pretencioso, hay un eco de El protegido, de Shyamalan, muy jugoso. Huelga decir que era imposible dar con un actor más adecuado para encarnar a este superhéroe local que Dani Rovira.