La Vanguardia

Pastor amparará la dureza, no el insulto

Los improperio­s seguirán en el ‘Diario de Sesiones’ con la aclaración de que la presidenta los retiró

- CARMEN DEL RIEGO

No es la primera vez que Ana Pastor tiene que retirar del Diario de Sesiones insultos, de Gabriel Rufián y de otros diputados. El año pasado, el diputado de ERC llamó a Juan Ignacio Zoido “miserable”. La presidenta del Congreso le pidió que lo retirara, y como él se negó, entonces lo retiró ella.

Pastor aclaró ayer que retirar los insultos vertidos en la sesión del pasado miércoles no es borrarlos, porque se desvirtuar­ía la realidad. Las palabras que se retiran siguen en el Diario de Sesiones –tal es el caso de “fascistas” y “golpistas”–, pero entre corchetes, con una llamada a pie de página que explica que el término ha sido retirado de conformida­d con el reglamento del Congreso, que prevé esta posibilida­d para defender el decoro y la dignidad de los diputados y de la Cámara.

Hay también quien pregunta por qué se retira “fascista” o “golpista” y no las palabras que dirigió Pablo Casado a Pedro Sánchez, que vino a llamarle golpista en una reciente sesión de control. Pues precisamen­te porque no utilizó esa palabra. El reglamento impide la utilizació­n de términos o conceptos “ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las institucio­nes del Estado o de cualquiera otra persona o entidad”, pero no impide la crítica severa. Las palabras de Casado fueron: “¿No se da cuenta de que es partícipe y responsabl­e del golpe de Estado que se está perpetrand­o ahora mismo en España?”.

El discurso de Casado es un buen ejemplo de lo que marcará la barrera entre lo aceptable y lo que no. Pastor amparará la dureza, permitirá que se hable de golpe de Estado en Catalunya –aunque desde dentro del PP ya se le ha advertido a Casado que hable de “golpe al Estado” y no “golpe de Estado”–. Los diputados del PP podrán hablar de golpe en Catalunya, pero Pastor no permitirá que se llame golpista a nadie. Esta puntualiza­ción ha calmado a algunos miembros del PP que se quejaron de la decisión de la presidenta, a quien, no obstante, respaldan firmemente. Y si no lo hicieran, a la presidenta del Congreso le da igual, sabe su tarea, debe defender la dignidad de la Cámara y está dispuesta a llevarla a cabo por encima de lo que opinen todos, incluidos los de su propio partido.

Todos los grupos echan la culpa al de enfrente de la situación vivida estos días. Es el resumen de lo que el Congreso vivió al día siguiente de la bochornosa sesión que acabó con la expulsión de Rufián del hemiciclo, tras llamar indigno a Josep Borrell e impedir con gritos y aspaviento­s que el ministro de Exteriores pudiera hablar.

Rufián es el segundo diputado obligado a abandonar la Cámara. El primero fue Vicente Martínez Pujalte, del PP, en el 2006, siendo presidente Manuel Marín, tras una bronca en la que pedía a gritos la dimisión del entonces ministro José Antonio Alonso. Jesús Posada también decidió expulsar en el 2015, pero de la tribuna de oradores, a un diputado de Amaiur, Sabino Cuadra, por romper varias hojas de la Constituci­ón. No son las únicas broncas vividas en el Parlamento, pero sí las únicas en las que los diputados no atendieron las llamadas al orden.

Desde la presidenci­a del Congreso de los Diputados se recuerda que a Rufián se le ha llamado al orden muchas veces, pero en cuanto se le apercibe desiste de su actitud. No fue así el miércoles.

Ausencia de autocrític­a de los grupos del Congreso, que echan la culpa a los demás de la crispación

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain