La Vanguardia

Cuestión de cuernos

- Quim Monzó

PEn España afeitan los cuernos de los toros de lidia, pero, en Suiza, a las vacas se los cercenan

asado mañana, domingo, los suizos votarán en referéndum si su Gobierno debe pagar una cantidad anual de dinero a los ganaderos que no descornen a sus vacas. Que nadie se atolondre. Leído poco a poco es fácil de entender. Un 75% de las vacas de aquel país no tienen cuernos. Es una cifra sorprenden­te porque tanto en las imágenes de promoción turística como en los envoltorio­s del chocolate Milka aparecen siempre vacas con cuernos. Pero la realidad es otra. Cuando todavía son terneritas las llevan al veterinari­o, que las anestesia y, con un método simple, les mata los cuernos antes de que crezcan. En la nota de la agencia Reuters que informa de la noticia un veterinari­o explica cómo lo hace: “Durante siete segundos aplico una plancha muy caliente y quemo la piel y los vasos sanguíneos que irrigan la yema del cuerno, para que no crezca. No duele nada, no mueven ni una oreja”.

Lo hacen porque, dicen, sin cuernos se mueven con más libertad y tienen mejor relación unas con otras. “Si tienen cuernos hay más riesgo de que hieran a otros animales, o a humanos”. Pero la madre del cordero es que de esa manera no necesitan tanto espacio de pasto. Todos los que en algún momento de su vida las ha llevado sabe que son una incomodida­d, porque chocan con las de otras personas y, a menudo, para entrar por una puerta tienen que hacerlo de lado, porque frontalmen­te topan con el marco. Pues en los verdes prados suizos pasa más o menos lo mismo. Si en cien metros cuadrados de pasto cabe un número X de vacas con cuernos, en el mismo número de metros cuadrados cabe el triple de vacas sin cuernos.

El referéndum en el que se decidirá si el Gobierno incentiva económicam­ente a los ganaderos a no descornarl­as nace de una iniciativa del ganadero Armin Capaul, que hace años que está en contra y ahora ha recogido más de cien mil firmas, el doble de las necesarias para que se convocara la consulta. Dice que las vacas deben respetarse tal como son: “No les cortéis los cuernos. Cuando los tienen, mantienen siempre la cabeza levantada, con orgullo. Cuando les quitas los cuernos, quedan tristes”. En la nota de Reuters, Armin Capaul aparece rodeado de sus vacas en la granja que tiene en Perrefitte, un pueblecito del noroeste de Suiza, en el cantón de Berna. El nombre de ese pueblo y el hecho de que la cosa vaya de vacas me han hecho pensar inmediatam­ente en el periodista Ramon Besa, que nació en Perafita, en el Lluçanès, y que en un artículo memorable en El País explicó las bondades de las vacas con las que se crió de pequeño y su amor especial por una de ellas, a la que bautizó con el nombre de Rata. Tanto Perrefitte como Perafita son topónimos que nacen de la misma fórmula latina: “petra ficta”, la señal de piedra que indica el límite de un territorio. Esa coincidenc­ia etimológic­a ha hecho que ya no haya podido seguir leyendo la noticia sin dejar de imaginar a la pobre vaca Rata descornada, y al niño Ramon Besa a su lado, mirándosel­a y diciendo “Aquí ¿qué coño ha pasado?”.

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