Marchena, ejemplar
Un watsap senatorial pone al descubierto una diletante y penosa confirmación, en palabras de quien guasapea, el control “desde atrás” de la Sala de lo Penal del Supremo, lo que desata un auténtico tsunami judicial. De forma descarnada afloran los peores augurios que socavan la ya maltrecha confianza del ciudadano en la administración de justicia y aventan todo tipo de inquietantes sospechas y especulaciones.
La decisión de Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, autodescartándose como futurible presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, le honra y dignifica como persona y como excelso miembro de la carrera judicial.
Ha dado, con su hidalgo comunicado, una majestuosa lección que debiera ser imitada por los publicitados y nonatos vocales destinados a formar parte del Consejo General del Poder Judicial para, de una vez por todas, decir basta ya a cualquier intento de interferencia, de injerencia política, en la configuración del órgano de gobierno del poder judicial.
La calidad humana, profesional, ética y jurídica de tan brillante y destacado jurista es indudablemente un ejemplo.
JOSÉ MARÍA TORRAS COLL Sabadell