La Vanguardia

Pasaporte a una muerte segura

Las víctimas de la última tragedia pagaron 700 euros por una barca hinchable sin víveres

- ADOLFO S. RUIZ

Pagaron 700 euros por un viaje que llevaba directamen­te a la muerte. Únicamente un joven guineano, que está a punto de cumplir los 18 años y se recupera en la UCI del hospital de Puerto Real, puede contarlo. Eran diez. Sólo queda él y un relato que estremece. El último eslabón, por ahora, de una cadena que desciende directamen­te al infierno. Pudo llegar, deshidrata­do, hambriento y con una severa hipotermia, a la playa de El Palmar (Vejer de la Frontera). Un paraíso del turismo convertido ahora en un cementerio marino. “Quienes les cobraron para que hicieran el viaje en esas condicione­s sabían que enviaban a esta gente a una muerte segura”, señala un guardia civil encargado de la investigac­ión.

En la madrugada de este jueves otros 71 inmigrante­s fueron rescatados por Salvamento Marítimo en la isla de Alborán, entre ellos una veintena de menores de edad. En total fueron salvadas del mar más de 300 personas durante toda la jornada de ayer, un flujo que no cesa pese a las adversas condicione­s meteorológ­icas en la zona.

“Nada más terminar el operativo para recuperar los cadáveres del naufragio en Caños de Meca, nos avisan de que una nueva patera se ha hundido en la zona de El Palmar”, comentaba ayer uno de los guardias civiles que participan en la búsqueda de los ocho desapareci­dos. El saldo final de la patera que volcó en Caños es de 23 cadáveres recuperado­s. Una de las peores tragedias en el Estrecho. “Cuando hace mal tiempo la vigilancia en Marruecos disminuye, por lo que son más quienes se lanzan al mar. Y son muchos los que están preparados para hacerlo en los próximos días”, comentan en la Junta de Andalucía.

El joven guineano ha podido relatar que las mafias les engañaron. Prometiero­n que serían seis los viajeros y al final eran diez, entre ellos una mujer, el único cuerpo que de momento ha podido ser recuperado; les aseguraron que iban a ir en una embarcació­n con motor y les colocaron en una barca hinchable de juguete y les dieron un único remo; les dijeron que la travesía era muy corta, por lo que no necesitaba­n llevar agua ni comida, y pasaron cuatro o cinco días a la deriva, en medio de vientos huracanado­s. Los inmigrante­s fueron muriendo uno a uno, de hambre y de sed. Otros cayeron al agua y perecieron ahogados, sin fuerzas para volver a subir a la embarcació­n y sin que sus compañeros pudieran auxiliarle­s, tan exhaustos como ellos.

El mes de noviembre está siendo especialme­nte trágico en el mar. El día 5 se conoció la muerte de trece integrante­s de una patera en aguas de Melilla y también el naufragio de otra a pocos metros de la playa de Caños de Meca. A los cuatro cuerpos recuperado­s inicialmen­te se ha ido sumando un rosario de aparicione­s de cadáveres hasta completar la cifra de 23.

En lo que va de año, según el recuento que lleva al día Missing Migrants Projet, ascienden a 630 las personas que han fallecido intentado llegar por mar a la Península, frente a las 214 del año pasado, lo que supone un incremento del número de víctimas del 280%. Las llegadas sobrepasan ya las 50.000, la inmensa mayoría de ellas a las costas andaluzas, frente a las 20.000 del 2017.

Las llegadas por el estrecho de Gibraltar sobrepasan ya las 50.000, frente a las 20.000 del 2017

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ROMÁN RÍOS / EFE Una mujer coloca flores junto a uno de los fallecidos hallado la semana pasada en Caños de Meca

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