Siempre entre la ficción y la realidad
Tres caras
Dirección: Jafar Panahi Intérpretes: Behnaz Safari, Jafar Panahi, Marziyeh Rezaei Producción: Irán, 2018. Duración: 100 min. Drama Teóricamente sigue bajo arresto domiciliario y durante veinte años tenía prohibido realizar cualquier filmación. Pero el cineasta iraní Jafar Panahi ha seguido dirigiendo películas de manera clandestina y coleccionando importantes galardones en calidad de guionista y director, especialmente en festivales como Cannes, Berlín o Venecia. Nunca se ha amedrentado ante la presión del poder político y en Tres caras parece evadirse de los rodajes a escondidas y en espacios cerrados. Su nueva producción es una especie de road movie que recorre el noroeste de Irán, por localidades un tanto remotas y poco habitadas. Panahi se distancia bastante del tono claustrofóbico que predominaba en Taxi Teherán (2015), donde el propio cineasta conducía el taxi del título y película que carecía de títulos de crédito, para no perjudicar a nadie ante la férrea vigilancia estatal. Aquí no solo constan los nombres de quienes intervienen, sino que por razones obvias figura el de la protagonista femenina, Behnaz Safari, una celebridad en Irán como estrella de telenovelas a la que todos piden autógrafos.
Famosa pero mujer, con todo lo que ello todavía implica, la actriz recibe una petición de ayuda por parte de una chica que aspira dedicarse a esta profesión y quiere cursar estudios en un conservatorio de interpretación, algo a lo que sus padres se niegan rotundamente. Es entonces cuando Behnaz Safari pide a Jafar Panahi su ayuda para localizar a esta joven que amenaza con suicidarse si no cumple su anhelo. El cineasta ha explicado que, con el auge de las redes sociales, él mismo ha recibido infinidad de peticiones para poder trabajar en el cine. Película esencialmente sobre mujeres, hay un tercer personaje, siempre entre sombras, de una anciana que también gozó de gran celebridad en el cine iraní de los sesenta. Como no podía de otra manera, Panahi sigue homenajeando a su maestro, el ya desaparecido y mítico Abbas Kiarostami, del que fue ayudante. Con su pericia habitual para combinar los primeros planos y los generales, mostrando dos universos, el geográfico y el de los sentimientos, Panahi aporta máxima credibilidad a ambos lados de la cámara.