“Lo veré con la camiseta de Carlitos Tévez puesta y con el cava bien frío”
Gaby Cairo, exjugador de hockey y aficionado del Boca Jrs.
Cómo ha pasado estas dos semanas? En el partido de ida lo pasé muy mal. Estaba muy nervioso porque era como romper el hielo. Era un partido muy diferente por las sensaciones. Tenía miedo de que nos metieran cuatro y ya no hubiese arreglo en la vuelta. Ahora ya vi cómo es. Por eso sólo me pondré nervioso con el inicio.
¿Qué significa ser del Boca?
Mi ciudad, San Martín Mendoza, está muy lejos de Buenos Aires. Pero como el San Martín no está en Primera todos éramos también de un grande: Boca, River, Independiente… Papá era de Boca pero no muy fanático. Yo sí. A mí me dolía la panza y no iba al colegio cuando Boca perdía para no tener que aguantar a mis compañeros. Yo los volvía locos. Recuerdo una final de la Libertadores que perdimos en la Bombonera contra el Olimpia cuando lo teníamos todo a favor. Al día siguiente mi padre me obligó a ir al colegio y me estaban esperando todos en la puerta para darme collejas.
¿Cuál ha sido la mayor locura que ha cometido por el fútbol? Con 13 o 14 años vino Boca a Mendoza para un torneo de verano. No era frecuente. Con un amigo fuimos al campo, a 50 km de casa, para ver el partido y cuando acabó decidimos ir al hotel a esperarlos. Queríamos ver a Gatti, que era el ídolo. Hasta la una de la mañana no salieron del restaurante y Gatti nos vio. Se acercó, nos habló… y de pronto preguntó: “¿Y vuestros padres saben dónde estáis?”. Claro, no había móviles y no dijimos nada. Desde el hotel, el propio Gatti llamó a mi casa. Ya habían avisado a la policía y todo. Mi padre vino a buscarnos. Pensaba que me mataría pero cuando vio mi cara y le expliqué los autógrafos que tenía y lo que había vivido, no pudo reñirme.
¿Qué hace especial a esta rivalidad?
Yo no he visto nada igual en el mundo como este partido, en ningún deporte. En el mío, el hockey patines, lo único que se me ocurre es un Vic-Voltregà. Por cercanía y por contacto entre las dos localidades se la tienen jurada. Ahora, multiplíquelo por 12 millones de habitantes.
¿Qué pensó al suspenderse la ida por un día?
Pensé: “Y ahora qué hago con el jamón y el cava”. Lo tenía preparado para verlo con un amigo. Me puse nervioso porque allí no hay mucha seriedad y nunca sabes cuándo se podía jugar.
¿Qué tiene en la nevera para la celebración?
Tengo que participar en la narración del partido en la SER. Pero lo viviré con la camiseta de Carlitos Tévez puesta y con el cava bien frío. Servirá para celebrar o para ahogar penas.
¿Y si se pierde?
No quiero ni pensarlo. Puede afectarme mucho psicológicamente. Porque tendré cientos de watsaps y llamadas de gente que me buscará. Boca tiene siete Libertadores y River sólo tres. Es decir, que he cabreado a mucha gente.