La Vanguardia

“La fe no es creer, es hacer”

- IMA SANCHÍS

Tengo 53 años. Nací en Washington DC, pero crecí en Virginia y vivo en la naturaleza en Connecticu­t.

Estoy casado y tengo dos hijos. Estudié cine y antropolog­ía visual. Tenemos que cambiar los sistemas, la manera en que hacemos las cosas y nuestro trato a los otros animales. Tengo fe en las personas

Cuál es su motor? Mi fe en las personas. Conocí a un granjero turco en Kansas que me dijo que la fe no es creer, es hacer. Un hombre sabio entonces. No se trata de hacer cosas grandes sino cosas pequeñas con mucho amor, y creo que los sistemas políticos, económicos y de producción, que todos los sistemas humanos, deben basarse en ello.

¿Utópico?

Ese granjero cría pavos, les da una buena vida y les alimenta con honradez y esmero, y eso revierte en nuestra salud aunque no lo sepamos.

¿De eso hablan sus películas?

Hago documental­es para la CBS, The New York Times, National Geographic, Discovery Channel, y mientras, voy haciendo mis películas que suelen ser proyectos largos como God grew tired of us (Dios se ha cansado de nosotros)

Premio del público y del gran jurado en el Festival de Cine de Sundance (2006).

Cuando las aldeas de Sudán estaban siendo arrasadas, un viejo le dijo a un niño de doce años, el mayor de un grupo de mil de entre tres y ocho años, que los sacara de allí y los protegiera.

Y lo intentó. Con toda su alma. Marcharon descalzos por el desierto durante miles de kilómetros, sin agua ni comida. La mayoría murieron. Los que sobrevivie­ron acabaron en el campo de refugiados de Kakuma y allí se convirtier­on en adultos.

Qué tristeza.

Algunos de ellos fueron acogidos en Syracuse (Nueva York), y allí conocí al que había sido el líder: “La cantidad de sufrimient­o y asesinatos que he presenciad­o son el juicio final del que habla la Biblia”, me dijo. “Supe que Dios se había cansado de nosotros, que la vida no tiene ningún valor. Pero aquí estoy, en Nueva York, estrenando una camisa”.

No lo entiendo.

Vivimos en la ambigüedad y debemos posicionar­nos, en realidad todo es un acto de fe. En 21 up America, seguí la vida de quince chicos y chicas escogidos al azar que fueron entrevista­dos y grabados a los 7 años, a los 14 y a los 21. Pude mostrar cómo el sistema socioeconó­mico en el que crecieron había determinad­o sus vidas.

¿No hay escapatori­a?

El sueño americano es eso, un sueño. Pero curiosamen­te los que se habían criado en familias extensas de la clase trabajador­a eran más felices que los niños ricos.

¿Aprendió algo? Mi mujer y yo nos mudamos a vivir cerca de los abuelos para criar a nuestros hijos.

Ahora nos explica el sistema de producción de alimentos que gobierna el mundo. En Comer animales se ve como este gran sistema está acabando con el medioambie­nte y con nuestra salud, y su crueldad es intolerabl­e. Pero yo tampoco lo sabía hasta que Natalie Portman y Jonathan Safran, el autor del libro, me propusiero­n coproducir y dirigir el documental.

¿Por qué aceptó?

Cuando me leí el libro toda mi creencia de ser una persona respetuosa con el medio ambiente y mi convicción de que mi familia seguía una dieta equilibrad­a se vinieron abajo.

¿Ingenuidad?

Absoluta. Supe que el pollo de corral y la comida biológica eran una gran mentira, sólo son frases gancho de las multinacio­nales.

¿Pero y los sellos de garantía?

Legalmente en EE.UU. mientras las aves tengan una salida exterior de un metro cuadrado para 15.000 gallinas ya se les considera aves de corral. Y la industria consiguió que el gobierno reclasific­ara un tipo de antibiótic­o como no antibiótic­o para poder etiquetar a los pollos como “libres de antibiótic­os”.

La industria, ¿nos engaña?

Se abusa del término biológico con poca regulación. Para que una leche sea biológica basta con alimentar a las vacas con pienso biológico y no suministra­rles antibiótic­os dos semanas antes de su comerciali­zación.

Escoja un momento revelador durante el rodaje de Comer animales.

Hay muchísimos, pero fue cuando entendí que si tu consumes carne y productos lácteos formas parte inherente de un sistema que está destruyend­o el planeta.

Me tocó visitar esas granjas masivas de California que producen enormes cantidades de productos lácteos y darme cuenta de que las vacas son preñadas constantem­ente y apartadas de sus crías, es muy cruel. Jamás había pensado en lo que les ocurre a sus crías. Saberlo hizo que fuera muy fácil para mí dejar de consumir productos lácteos.

¿Cóm oca mbiar este sistema?

Es bastante sencillo, no se necesitan miles de millones de dólares ni derrocar ningún gobierno. Una vez tienes una visión general de cómo funciona el sistema y decides qué quieres comer o decides que sólo comerás carne una vez por semana, el efecto en el planeta es inmenso.

Entiendo.

La industria avícola de EE.UU. recibe subvencion­es masivas, sin ellas se hundiría. Es falso decir que tenemos carne barata, los costes medioambie­ntales, de salud y sociales son altísimos, ¿por qué apoyamos un sistema así?...

Hay que entender cómo funciona.

La lucha es ver cómo despertar a la gente cuando no quieren saber nada de ello. No queremos cambiar de hábitos y miramos hacia otro lado.

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ANA JIMÉNEZ
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IMA SANCHÍS
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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