El embalaje inteligente
Rieusset ha pasado de imprimir acciones, billetes o DNI a etiquetas y envases sostenibles
Con casi 150 años de vida, Rieusset, de Santa Perpètua de Mogoda, era un ejemplo de empresa “con una organización muy sólida, clientes históricos y una estructura productiva de gran calidad”. Es lo que pensó en el 2004 Claudio Gerosa, presidente del grupo italiano Gerosa, cuando adquirió esta firma catalana creada en 1870 y que se había especializado en la impresión de acciones, los antiguos DNI, billetes de curso legal, sellos o los populares paquetes de tabaco Ideales, entre otros.
En estos 14 años “se ha consolidado como empresa líder en envases flexibles y etiquetas para sectores como la alimentación, el farmacéutico, higiene, bebidas o tabaco”, destaca su consejero delegado, Jordi López. En Rieusset promueven un traje a medida para el cliente con mucha inversión en I+D y una destacada apuesta medioambiental. “No nos limitamos a fabricar una etiqueta sencilla, sino que damos la posibilidad de ir más allá y ofrecer algo distinto”.
El año pasado, una conocida marca de cervezas cumplió 110 años “y les hicimos 110 etiquetas que reproducían una obra de arte diseñada por 53 artistas internacionales diferentes, con el sistema tradicional del huecograbado. Fue un reto”, ejemplifican los directivos. Se han especializado en el envase sleeve –que toma la forma del producto y permite información en toda la cobertura del envase–, lo que les ha permitido “aumentar las exportaciones hacia Latinoamérica”. Gerosa estudia ahora la fabricación de una etiqueta autoadhesiva sin el papel que se pega detrás, “con lo que pronto eliminaremos un residuo ambiental”.
Rieusset es de las pocas empresas que recupera el disolvente de la impresión. “Habitualmente se quema, emitiendo CO2 a la atmósfera, además de ser caro. Desde el 2008 tenemos una planta recuperadora de disolventes que permite que el aire salga depurado y conseguimos, de nuevo, un material de calidad”, subraya Gerosa.
En septiembre, Rieusset se convirtió en la primera firma española que superó la certificación inglesa BRC –una estricta auditoría de seguridad alimentaria diferente a la ISO 22.000, que también tiene– con un resultado A+ en el área de embalaje flexible y etiquetas. La sede en el polígono Santiga ocupa 15.000 m2 y da trabajo a 130 empleados con turnos a lo largo de 24 horas diarias. Según anuncian los directivos, en los próximos meses comprarán una nave cerca para crecer con 5.000 m2 más.
“Tenemos unos 45 clientes, pero 10 de ellos suponen el 90% de nuestra facturación”, detalla López. La del año pasado fue superior a los 22 millones de euros y “cerraremos este 2018 con 25 millones”, anuncia Gerosa. Un 40% de esta facturación proviene de la exportación a países europeos como Francia, Alemania, Italia o Polonia y a países del norte de África y el Caribe.
La firma factura más de 22 millones de euros, y un 40% de las ventas se dirige a la exportación