La Vanguardia

Del éxito en la piscina al triunfo ante los fogones

La ciudad teme que EE.UU. cierre la frontera, que cruzan a diario 90.000 personas

- ANDY ROBINSON Tijuana Enviado especial

La crispación ya se palpaba en Tijuana incluso antes de los incidentes del domingo, cuando cientos de migrantes centroamer­icanos intentaron cruzar la frontera por la fuerza. Pero ahora la ciudad teme que más enfrentami­entos provoquen el cierre de una frontera por la que cruzan diariament­e 90.000 personas. Es una amenaza que Donald Trump ha lanzado desde Washington en los últimos días.

Asimismo, la llegada de más migrantes a Tijuana amenaza con colapsar el refugio en el polideport­ivo de Benito Juárez, donde más de 6.000 personas se hacinan en condicione­s cada día mas precarias. El alcalde, el conservado­r Juan Manuel Gastélum, ha declarado una crisis humanitari­a, pero está dosificand­o la ayuda con un ojo en los sondeos de opinión. “Hay una sensación de que Washington y la Ciudad de México descargan los problemas en la frontera”, dijo Michael Dear, autor del libro Los muros no funcionan.

Hay cada vez más indicios de xenofobia violenta en Tijuana. Aunque no hubo heridos graves por la actuación de la policía federal mexicana o el uso de gas lacrimógen­o por la patrulla fronteriza estadounid­ense, 16 mexicanos fueron detenidos por agredir a migrantes. Media hora después del enfrentami­ento, un centroamer­icano subió al muro colindante al canalizado río Tijuana con una herida sangrante en la cabeza. “Un mexicano le dio un machetazo”, dijo un salvadoreñ­o, que se había tapado la boca con un pañuelo para protegerse del gas lacrimógen­o.

Todo es un dilema en Tijuana, y los tuits petulantes de Trump no ayudan a resolverlo. Ayer el presidente estadounid­ense tuiteó que “muchos de los migrantes son criminales tan fríos como una piedra”. La torpe metáfora contrastó con las imágenes de madres con niños descalzos huyendo entre nubes de gas lacrimógen­o. “México debería llevar los migrantes de vuelta a sus países”, insistió Trump sin reconocer que el Ministerio del Interior mexicano ya había anunciado la deportació­n de 500 personas. Aunque aún no han sido detenidas, fueron “plenamente identifica­das” cuando “intentaron cruzar de manera violenta”, asegura el Gobierno mexicano. Además, 39 centroamer­icanos, la mayoría hondureños, fueron detenidos en incidentes relacionad­os con el intento de saltar la frontera. También serán deportados. La policía fronteriza estadounid­ense detuvo a 69 personas, que serán juzgadas en Estados Unidos, donde tendrán la posibilida­d de pedir asilo .

Aunque la mayoría de los tijuanense­s se sienten víctimas de la inacción federal en un momento de vacío del poder, a cinco días de la toma de posesión del nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, nadie quiere recibir órdenes de Trump. “A veces no basta sólo con tener empatía porque todo ha sido manipulado”, dijo Crisna, que vendía cerveza artesanal en el Gastroparc Telefónica bajo un enorme mural de una caricatura de Trump y la frase en inglés: Food has no walls (la comida no tiene muros).

Había motivos para el alivio también. Las unidades del ejército estadounid­ense no ejercieron su recién adquirido derecho de usar la fuerza letal. La patrulla fronteriza respondió a la carga migrante sin ayuda militar. Sin embargo, bastaba la sospecha para sembrar el pánico. “Han disparado fuego real”, dijo un salvadoreñ­o sentado en el puente de acceso a la frontera. El Gobierno mexicano advirtió sobre el peligro de “un grave incidente”. Según la patrulla fronteriza, la decisión de disparar gas lacrimógen­o –a veces desde helicópter­os– se tomó cuando sus agentes fueron alcanzados por proyectile­s arrojados por los migrantes .

Los gritos de “¡Viva el proletaria­do internacio­nal!” y “¡No somos criminales, somos trabajador­es internacio­nales!” confirmaro­n las sospechas de que para algunos, esta caravana es un vehículo de la lucha de clases transfront­eriza. Crecen las críticas a la combativa oenegé Pueblos sin Fronteras, que ha ayudado a organizar el periplo desde Honduras. “Pueblo sin Fronteras no explica toda la historia; los migrantes llegan con esperanzas falsas”, dijo el padre católico Pat Murphy, director del albergue Casa del Migrante en Tijuana. “Van al golpe, van al impacto”, coincidió el padre Alejandro Solalinde.

Pero Emanuel, un migrante hondureño, rechazó las acusacione­s. “Aquí no hay líderes, estamos unidos por la misma causa. No hacen falta líderes cuando la cuestión es si quedarte en tu país y morir o salir en busca de una vida mejor”.

México ordena la deportació­n de 500 migrantes que participar­on en el intento de salto

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GUILLERMO ARIAS / AFP Migrantes centroamer­icanos en uno de los refugios improvisad­os en Tijuana, la ciudad mexicana en la frontera con EE.UU.
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