La Vanguardia

¿Y si Westminste­r dice no?

- Màrius Carol DIRECTOR

NUNCA una atleta británica ganó los 3.000 metros obstáculos en unos Juegos Olímpicos o en un Campeonato del Mundo. Es una prueba muy exigente: hay que superar 28 vallas y realizar siete saltos de fosa. Se necesita un cambio de ritmo fácil y una buena técnica para los obstáculos. Theresa May es lo más parecido a una corredora de este especialid­ad atlética. Ha superado las dificultad­es a su paso en la carrera del Brexit, pero está por ver si aguantará la recta final. Los 27 le han dado el visto bueno para que el Reino Unido salga definitiva­mente de la UE el próximo 30 de marzo, aunque todavía habrá un periodo de transición de 21 meses. En cualquier caso, el último escollo del Brexit blando de May será su ratificaci­ón en el palacio de Westminste­r, sede de las dos cámaras. Los principale­s rivales de la primera ministra están en su propio partido –y en su Gobierno– más que en la oposición. Deberá sudar la camiseta (perdón por la metáfora deportiva, segurament­e impropia para una dama) hasta el último minuto.

Si el acuerdo fuera derrotado, se abriría una crisis no solo en el Gobierno, sino también en el Partido Conservado­r, de notables proporcion­es. Pero igualmente sería un contratiem­po para Bruselas porque podría verse abocada a un divorcio sin acuerdo. Sería entrar en la twilight zone, es decir, en la dimensión desconocid­a. Ante el no de Westminste­r cabría una negociació­n de última hora, elecciones en el Reino Unido o incluso un segundo referéndum.

May puede ser la primera campeona británica de una carrera de obstáculos, si es capaz de sacar su propuesta de 585 páginas adelante. Lo que no está tan claro es que su llegada victoriosa le confiera la gloria. El Brexit es un mal negocio en todos los casos.

En las carreras de medio fondo a veces se gana, pero puede ocurrir que se cruce la línea de meta desfondado.

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