La Vanguardia

El niño Immers y 5.000 más

Una investigac­ión desvela el alcance y los fallos de la política de separación de familias de Trump

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

En medio de la avalancha de noticias y maniobras de distracció­n de Donald Trump, la política de separación de familias aplicada por Estados Unidos antes del verano queda ya lejos en la memoria. Pero a muchos niños y padres, más de los que se pensaba, la experienci­a les acompañará siempre.

Uno de ellos es Immers, un torbellino de tres años de pelo rizado negro. Después de una audiencia judicial a su padre, un demandante de asilo hondureño, el niño fue separado sin previo aviso y llevado con una familia a Michigan, en el otro extremo del país. Las imágenes del reencuentr­o en el aeropuerto, 73 días después, dieron la vuelta al mundo: Immers no reconocía a su madre, o actuaba como si fuera una extraña. “Soy tu madre, cariño... ¿Qué le pasa a mi hijo?”, sollozaba la madre, Glayds, mientras corría detrás de él. “Era como si ya no fuera mi hijo. Me sentí como en una pesadilla, estaba como muerta”, ha contado al programa de televisión 60 minutes ,de la CBS. “Desde ese día y hasta hoy ha sido muy difícil tratar con él”.

Hay unos 5.000 niños, y no 2.500 como ha dicho la Administra­ción, que han pasado por la misma experienci­a que Immers, según la investigac­ión de la CBS, emitida el domingo. Menores que podrían sufrir secuelas psicológic­as de por vida, según especialis­tas médicos. El reportaje reveló el caos interno de una medida que empezó a aplicarse medio año antes de que saliera a la luz, ordenada sin consultar a las agencias que deberían ejecutarla.

Uno de sus espectador­es pareció ser el propio Trump, que nada más acabar acusó a la CBS de contar mentiras y repitió que Barack Obama y George Bush llevaron a cabo la misma política, cuando lo cierto es que su Gobierno es el único que dio orden de tratar como un delito la entrada irregular al país y mantener detenidos a los solicitant­es mientras se examina su petición de asilo. Como los niños no pueden ser encarcelad­os y los centros de acogida están desbordado­s, optaron por enviarlos con familias de acogida.

Un informe interno del Departamen­to de Seguridad Interior (DHS) publicado por CBS revela que la medida –que defiende por sus fines disuasorio­s, aunque el Gobierno lo negara en su día– se puso en marcha “sin hacer esfuerzo alguno por identifica­r y reunir a las familias antes de su expulsión”. Algunos datos fueron borrados de los ordenadore­s, guardias de fronteras tuvieron que cuidar de niños, médicos que dieron vacunas de adulto a niños por falta de costumbre... “No se nos pidió consejo y, cuando se lo dimos, nos ignoraron”, ha explicado el exfunciona­rio del DHS Scott Shuchart, que dimitió a raíz de esta política. Cuando un juez anuló la medida y el Gobierno vio lo difícil que era reunir a las familias, lo dejó en manos de los denunciant­es, la Unión Americana de Derechos Civiles.

“No sé qué parte del alma tiene que faltarte para quitar un niño a su madre sin saber cómo los reunirás”, critica Cecilia Muñoz, responsabl­e

“Tenemos un sistema migratorio roto, en eso estamos de acuerdo todos”, lamenta una ex alto cargo de Obama

de inmigració­n con Obama. “No haberles traído”, dicen algunos... “Tenemos un sistema migratorio roto, en eso estamos de acuerdo todos, incluso la gente a la que no le gustan los inmigrante­s”. Mientras no haya “voluntad política” para arreglarlo y aclarar las leyes, “seguiremos creando crisis nosotros solos”.

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