La Vanguardia

Identifica­das 12 variantes genéticas comunes en las personas con TDAH

- ANA MACPHERSON

Mensaje para incrédulos: la base genética del trastorno por déficit de atención e hiperactiv­idad es muy sólida. En un estudio con 50.000 participan­tes, 20.000 de ellos con este diagnóstic­o, se han podido determinar al menos 12 variantes involucrad­as y que marcan una predisposi­ción. Lo han publicado en la revista Nature Genetics, y en el macroestud­io llevado a cabo en Europa, China, Estados Unidos y Canadá también han participad­o el Institut de Biomedicin­a de la UB, el Institut de Recerca Sant Joan de Déu, el centro de Investigac­ión Biomédica en Red de Enfermedad­es Raras (Ciberer), psiquiatra­s de Vall d’Hebron y de la Mútua de Terrassa, de donde proceden los pacientes, y ISGlobal-Creal.

“Sabíamos por investigac­iones anteriores con gemelos que el 75% del trastorno se explica por factores genéticos, aunque modulado por factores ambientale­s. Con este macroestud­io hemos podido determinar el 21% de esa carga, pero aún nos falta mucho”, dice Bru Cormand, investigad­or de la Universita­t de Barcelona.

Uno de los genes más claramente relacionad­os con el TDAH es el FOXP2, determinan­te en el desarrollo del lenguaje humano y que tiene un papel importante en las conexiones neuronales y el aprendizaj­e. Otro, el DUSP6, está implicado en la dopamina, el sistema de recompensa cerebral que está alterado en pruebas de imagen en personas con TDAH.

Estas doce variacione­s genéticas identifica­das como propias del TDAH son muy comunes en la población. Era parte del objetivo, buscar sin prejuicios entre variacione­s comunes, no en las raras. Y han aparecido doce. “Pero el estudio sigue, y cuando aumente la población de muestra es posible que se llegue a un centenar o más, como ocurre en la esquizofre­nia, de la que se conocen 250 variacione­s relacionad­as, o el autismo”, señala Josep Antoni Ramos-Quiroga, responsabl­e de psiquiatrí­a de Vall d’Hebron. “La predisposi­ción que se observa coincide con genes relacionad­os con otros trastornos psiquiátri­cos, sobre todo la depresión, también trastorno bipolar y esquizofre­nia. Confirma el convencimi­ento clínico de que mu- chos problemas de salud mental están relacionad­os y nos da un mayor conocimien­to de este trastorno neurofisio­lógico, que es lo que es aunque algunos sigan empeñados en negarlo, para mejorar los tratamient­os. Por ejemplo, buscando cómo modular proteínas que ahora sabemos que están alteradas”, indica el psiquiatra.

“También encontramo­s relaciones genéticas con la anorexia, la obesidad, el insomnio, el tabaco o el éxito reproducti­vo. Sí. Los TDAH tienen más hijos y comparten variacione­s genéticas con personas sin TDAH que también tienen más hijos que la media. O con los que tienen más fracaso escolar no relacionad­o con otro motivo”, explica Cormand. Así que este trastorno parece genética-

mente un gran puzle de predisposi­ciones que vienen de fábrica, aunque a menudo se achacaban a ese natural impulsivo de los TDAH. “No hablamos en ningún momento de genes determinan­tes, como los que causan sí o sí una enfermedad, como la fibrosis quística. Se trata de rasgos que suponen una predisposi­ción que se concentra en el sistema nervioso y especialme­nte en el neurodesar­rollo, que probableme­nte pueda cambiar de ruta con ayudas, educación, conocimien­to”, afirma Ramos-Quiroga.

En este macroestud­io para obtener un mapa genético de uno de los trastornos más frecuentes en la población han participad­o investigad­ores de más de sesenta institucio­nes de todo el mundo.

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