La Vanguardia

Ona Carbonell gana ‘MasterChef ’ a Paz Vega con un menú vanguardis­ta

Ona Carbonell gana en la final de ‘MasterChef ’ a Paz Vega con un menú de vanguardia

- BEGOÑA CORZO

Ona Carbonell (Barcelona, 28 años) está tan contenta por su triunfo en la tercera edición de MasterChef Celebrity como atónita por la repercusió­n entre el publico, que ha descubiert­o en la capitana de la selección de natación sincroniza­da a una cocinera de vanguardia. “Me reconocen en la calle desde niños hasta personas mayores, muchísima más gente que cuando competimos”. Carbonell, doble plata en los Juegos de Londres 2012, atesora un total de 92 medallas, pero su paso por el concurso le ha dado una notoriedad con la que no soñaba. Su duelo final con la actriz Paz Vega fue seguido por 3,2 millones de espectador­es, con una cuota de pantalla de 22,7%.

Acostumbra­da a jugarse en menos de cuatro minutos en la piscina el trabajo de cuatro años, Carbonell sabe controlar el estrés y se impuso en la final del domingo con tres platos que jugaban con el agua y sus estados. Ensayó cinco veces el menú, “y en casa lo practiqué por fases diferentes veces, aunque no tuve mucho tiempo, me dieron la chaquetill­a y al cabo de dos días era la final”.

De no haber cocinado en su vida, se ha convertido en la concursant­e que más ha tocado los fogones en este talent show: en 30 de las 32 pruebas: “Ha sido duro y he pasado muchos nervios, cada programa pensaba que me podía ir. No he estado ni una semana tranquila, pero

Ahora está centrada en la natación: “Me esperan dos años muy duros, y a mí los años ya me van sumando”

cada vez que pasaba, me decía: es genial, porque sigo, he aprendido algo nuevo y he cogido más tablas”.

Llegó a MasterChef decidida a no hacer el ridículo. “Cuando pasé el casting, llamé a Saúl Craviotto (piragüista olímpico ganador de la pasada edición). Me dijo que sería mucho más duro de lo que pensaba, que practicara todas las horas del mundo en restaurant­es (el piragüista lo hizo en el asturiano Casa Gerardo) y que estudiara mucha teórica”. Recurrió a un chef que conocía, Jordi Roca, de El Celler, lo que le ha valido críticas en las redes por haber contado con tan grandes maestros. No obstante, tanto Paz Vega como Santiago Segura se prepararon con Diego Herrero en DSTAgE (Carbonell también pasó por este restaurant­e madrileño), y Antonia Dell’Atte, otra de las finalistas, hizo lo propio con Iñigo Urrechu.

Carbonell asegura que de los piques y desplantes entre concursant­es “casi ni me enteraba. Estás tan concentrad­a que no te enteras de nada de lo que hacen los demás. A veces había gritos, pero eso es entendible, porque nos sacan de nuestra zona de confort y te ponen ante

retos muy difíciles que no son de tu ámbito. A mí se me han saltado las lágrimas en más de una ocasión, a otro le ha dado por reír…”. Muy dura fue “la muerte de mi abuelo en una prueba de eliminació­n. La acabé y luego fui al tanatorio. Si quieres ser de los mejores en algo tienes que renunciar a cosas, incluidos temas personales. Pero me hizo muchísima ilusión cuando mi abuela vino a la final y verla contenta, dentro de lo que cabe, y feliz de verme ahí”.

De su paso por el programa se queda con sus compañeros, “que para mí eran ídolos y referentes, estar con ellos cuatro meses ha sido maravillos­o. Me han ayudado a tener menos miedo, a sacar mi lado más personal. Boris es cultísimo; Paz, maravillos­a en todo; Santiago, la rapidez mental personific­ada, y Mario, el más cariñoso del mundo; con Dafne quedábamos para practicar, como cuando estuvimos estudiando casquería 10.000 horas… de cada uno he aprendido mucho”.

Aunque los concursant­es ya sabían quién era el ganador, el domingo vieron la final juntos, incluida Paz Vega, que hizo un alto en el rodaje de Rambo 5 y estuvo acompañada por Orson Salazar y sus tres hijos. La quedada era en casa de Carmen Lomana, y a ella no faltó Antonia dell’Atte; también acudieron Pablo Ibáñez, novio de Ona Carbonell, y Alaska, mujer de Mario Vaquerizo.

El novio de Carbonell, exgimnasta, tenía sus reservas sobre la participac­ión de la nadadora en MasterChef: “Me decía que el programa tenía mucha audiencia... y que yo no sabía cocinar. Yo estaba cagada de que me echaran a la primera, pero después vio que me se me daba bien y que me cuidaban. ¡Y claro, él contento porque comía mejor que nunca en casa!”. Llevan una década juntos –“es la única pareja que he tenido”, explica Carbonell– y quieren casarse, “pero cada año tengo algún objetivo deportivo. Sabemos que lo haremos, pero no corre prisa”.

La sirena cocinera ha vuelto a sus rutinas de nueve horas de entrenamie­nto: “Me esperan dos años muy duros, con el mundial de Corea 2019 y los Juegos de Tokio 2020. Cada vez hay más nadadoras con talento, y a mí los años ya me van sumando”. Espera acabar “por fin” sus estudios de diseño y echa de menos “ver más espectácul­os, más cine”. No se imagina de nuevo frente a las cámaras si no es en una piscina, “aunque tampoco me imaginaba que aprendería a cocinar”, y ya está pensando el menú de Navidad.

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Ona Carbonell, el pasado domingo, con el galardón de campeona de la tercera
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Barcelona
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a edición de MasterChef Celebrity

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