La Vanguardia

Un simulacro de idea

- Josep Maria Ruiz Simon

En el 2004 se publicó póstumamen­te La notion de l’autorité ,un texto inédito de Alexandre Kojève, a quien se conoce sobre todo por las lecciones sobre la Fenomenolo­gía del espíritu de Hegel, que había impartido entre 1933 y 1939 en la École des Hautes Études de París y reelaboró en Introducci­ón a la lectura de Hegel (1947). Kojève había escrito este texto en 1942, mientras vivía en Marsella, que entonces estaba bajo la jurisdicci­ón del régimen de Vichy. El escrito se plantea como una aproximaci­ón fenomenoló­gica al concepto de autoridad. Kojève la define como la posibilida­d que un agente tiene de actuar sobre otros (o sobre otro) sin que estos reaccionen a pesar de ser capaces de hacerlo. De acuerdo con esta definición, la autoridad existe cuando se dan en los sujetos que la aceptan tanto la posibilida­d de oponerse como la renuncia consciente y voluntaria a realizar esta posibilida­d, posibilida­d y renuncia que no se encuentran a las relaciones basadas sólo en el poder.

Kojève establece, en su ensayo, cuatro tipos puros de autoridad: la del Padre, la del Amo, la del Líder y la del Juez, y, tras unos análisis bastante complejos, saca algunas consecuenc­ias políticas, morales y psicológic­as. Después de sacarlas, dedica dos apéndices a analizar la autoridad política que existía en la Francia mal denominada “libre” en 1942. El primero ofrece un análisis de la autoridad política del mariscal Pétain, y el segundo, unas remarcas sobre el

El hecho de que Catalunya no sea Vichy no quiere decir que Torra no se vea a sí mismo en el papel del mariscal Pétain

programa de “revolución nacional” del régimen de Vichy. Estas remarcas dicen, poco más o menos, lo siguiente: Francia vive una “situación revolucion­aria”, pero el régimen (que hace bandera de la “revolución nacional”) no dispone de una idea revolucion­aria que le permita explotar esta situación y crear una nueva realidad política. Ante este contexto, Kojève apunta que “un simulacro de idea puede engendrar un simulacro de acción revolucion­aria, y esta actividad pseudorrev­olucionari­a puede ayudar a mantener (durante un tiempo) la situación revolucion­aria (sin la cual ninguna acción revolucion­aria es posible)”.

Dado el peculiar humor de Kojève, no se puede concluir con certeza que estos apéndices reflejen, como parece superficia­lmente, una posición de colaboraci­onismo con el colaboraci­onismo. Bien mirado, el pasaje que acabo de citar parece una burla realista e implacable de la realidad y las pretension­es del régimen de Vichy, que combinaba las formas políticas revolucion­arias con unos contenidos del todo compatible­s con unas posibilida­des políticas limitadas.

Del hecho que también pueda parecer una descripció­n fiel de la estrategia política del Gobierno de Quim Torra y de la ya famosa doctrina del momentum no se puede deducir sin recurrir a la falacia que, como les gusta escribir a algunos, la Catalunya actual sea un nuevo Vichy. Pero el hecho de que Catalunya no sea Vichy tampoco quiere decir necesariam­ente que Torra no se vea a sí mismo como si estuviera interpreta­ndo, sin la autoridad que inicialmen­te tenía el mariscal, el papel de Pétain. Y esta hipótesis parece ofrecer algunas claves hermenéuti­cas.

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