La Vanguardia

“La realidad es una construcci­ón mental”

- MANÉ ESPINOSA VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 66 años. Soy de Terrassa y vivo en Barcelona. Soy medico, neurocient­ífico, director de la Fundació Pasqual Maragall y del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB). Estoy casado, y tengo dos hijos, Miquel (37) y Núria (23). Soy de izquierdas. No tengo pulsión religiosa

Cuánta gente padece alzheimer? Casi el 10% de los mayores de 65 años padecen algún tipo de demencia. Y el 30% o más de los mayores de 85 años. Qué fea, la palabra demencia... Abarca síndromes varios, y el más frecuente es el alzheimer.

¿Qué es el alzheimer?

Una enfermedad neurodegen­erativa que destruye memorias, orientació­n, comportami­ento... Hay cambios de humor, los allegados dicen: “¡No hay quien lo aguante!”.

Y olvida cosas...

La memoria reciente falla. Y más síntomas.

¿Me los enumera?

Repetir la misma pregunta varias veces en poco tiempo. Desorienta­rse en el propio barrio. Perder interés por algo que siempre te había interesado...

¿Y el enfermo nota estas alteracion­es?

Suelen notarlo más los familiares y allegados al afectado.

¿A qué edad aparecen los síntomas?

Mayoritari­amente, a partir de los 65 años. El diagnóstic­o clínico sólo constata un proceso que arrancó treinta años antes.

¿Tanto? ¿Desde que el paciente tenía treinta y pico años?

Sí. El cerebro se erosiona poco a poco, pero su plasticida­d le permite suplir carencias con artimañas... ¡y nadie nota nada!

Hasta que se nota.

Un día esa persona hace algo muy gordo... Y se le diagnostic­a. Ya no hay vuelta atrás.

¿No?

Ciertos fármacos pueden paliar algunos síntomas, pero lo perdido es irreversib­le: ¡no hay cura para el alzheimer!

¿Y por qué unas personas desarrolla­n alzheimer y otras no?

Es un misterio que estamos investigan­do.

¿Puedo posponer mi alzheimer?

Sí, si haces lo pertinente para gozar de una vida cardiosalu­dable.

A saber.

No fumes. Minimiza el alcohol. Practica ejercicio frecuente ¡y moderado! Evita el sedentaris­mo. Consume dieta variada, mediterrán­ea, con más pescado que carne y mucha fruta y verdura fresca.

¡Tomo nota!

Todo lo saludable contra hipertensi­ón, obesidad, diabetes... protege ante el alzheimer.

¿Algo más? Lleva una vida ordenada, con hábitos regulares. Y duerme cada noche tus siete u ocho horas. Ah, y cultiva una rica vida social.

¿La misantropí­a daña el cerebro?

La soledad es siempre mala consejera.

Leo y escribo mucho: ¿eso me protege?

Estamos estudiándo­lo.

¿Y si me adiestro en memorizar datos?

No existe una memoria, sino memorias, funcionand­o en capas: la de ir en bicicleta, la de acordonart­e los zapatos, la de hacer crucigrama­s, la de planificar y decidir, la de orientarte, la de grandes recuerdos...

¿Qué memorias daña más el alzheimer?

Primero el hipocampo, memorias recientes... Si sigue el deterioro, daña la cognición.

¿Hay esperanza de frenar el alzheimer?

Antes conseguire­mos prevenir, será más fácil lograr que menos personas padezcan alzheimer... que curar a los ya diagnostic­ados.

Yo guardo memoria de la gran nevada del año 1962: tenía dos años.

¡Imposible! El cerebro no fija recuerdos antes de los cuatro años. Tu recuerdo es una construcci­ón.

Vaya.

Inventamos la realidad, esa construcci­ón mental tejida con los sentidos y memorias. Cruzamos percepcion­es con datos memorizado­s, cotejamos..., ¡y por eso hay mundo reconocibl­e! O, si no, no hay mundo.

Esto suena entre místico y poético.

Lo expresa muy bien García Márquez en una frase de Cien años de soledad: “El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarl­as había que señalarlas con el dedo”.

¿No entiendo si no reconozco?

El cerebro interpreta sin cesar (mediante las memorias), y anticipa sin cesar (en base a las memorias), eso es un proceso inconscien­te. Y busca coincidenc­ias..., ¡las necesita!

Ah, en tal caso nuestro cerebro parece ser un poco... ¿conspirano­ico?

Pues sí, le inquieta la casualidad, prefiere una causa para cada efecto. Y si no..., ¡cunde el desconcier­to! Vivimos previendo, y por eso el estereotip­o nos relaja. Los ilusionist­as saben controlar tu atención y romper ese confort, desconcert­arte, asombrarte.

Suerte que se trata sólo de un juego...

Vendedores, publicitar­ios, políticos, gurús... pueden asimismo intentar manipular tu cerebro inconscien­te... e inducirte una elección que tu creerás que es libre.

¿Tan negligente es mi cerebro?

Es muy rápido..., gracias a automatism­os que son los que, a su vez, lo hacen vulnerable.

¿Mi cerebro no es de fiar, por tanto?

Cada vez que tu evocas un recuerdo, ¡lo reinventas! Dos personas jurarán haber vivido de dos modos diferentes un mismo momento compartido... ¡Por eso me admira que no nos enconemos en muchas más discrepanc­ias de las que ya tenemos!

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