La Vanguardia

Ríndete a la tentación... con medida

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En el desayuno, en el postre, en la merienda, antes de acostarte… Lo comas cuando lo comas, es muy posible que luego tengas cargo de conciencia y te arrepienta­s de ello; sobre todo si tu idea inicial era degustar una pequeña porción y has acabado con todas las existencia­s de la despensa. ¿Es posible incorporar el chocolate en la dieta sin que nos pase factura? Sí, pero hay que seguir ciertas pautas.

Primero, asegúrate de que el chocolate que compras es lo más puro posible, para que tenga el menor número de calorías posible. Esto significa que el porcentaje de cacao que presente tiene que ser elevado. En el supermerca­do hay tabletas de chocolate negro con grados de pureza hasta el 99%. Si, además, es bajo en azúcar, mejor.

Asimismo, como siempre, la moderación es la clave. No podemos excedernos en la ingesta de chocolate y pretender que eso no afecte a nuestro organismo. Al tratarse de una importante fuente de grasas y azúcares, tendremos que valorar su consumo dentro de la dieta diaria. Esto es, con seguridad, lo más complicado. Se trata de controlars­e y marcarse un límite –“una onza”, “dos bombones”, “dos cucharadas de cacao en polvo”, “una tostada con crema de cacao”…– para no desequilib­rar la dieta y, sobre todo, no consumir más calorías de las que el cuerpo necesita. Si, en algún momento de debilidad (permitido o no) nos excedemos, lo ideal es compensar esa ingesta y reajustar la dieta para volver a equilibrar­la: por ejemplo, cambiando las magdalenas del desayuno por fruta, el refresco de la comida por agua o el flan de postre por un yogur desnatado.

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