La Vanguardia

SI VAS AL SPA, SÉ PRECAVIDO

¿Sabes qué precaucion­es debes tener si vas a un centro en el que se practique la hidroterap­ia? Aquí te ofrecemos varias recomendac­iones para que disfrutes de un día de bienestar sin recibir sorpresas inesperada­s y sin experiment­ar consecuenc­ias adversas.

- Marta Llanos

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Elige un buen centro. Un spa (palabra que proviene de la expresión latina salus

per aquam, que significa «salud mediante el agua»), no es un balneario. En un

spa no se utiliza agua mineromedi­cinal (con propiedade­s curativas), sino agua normal con la que se realiza hidroterap­ia (el agua presenta diferentes temperatur­as y estados –vapor, chorros, burbujas...– y con ello se consigue mejorar el estado físico y emocional). Si esa es la opción que deseas, asegúrate de buscar un centro en el que puedas sentirte cómoda y que disponga de lo que desees, ya sean saunas, piscinas termales, duchas, jacuzzis...

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Pregunta sin vergüenza. Muchas personas no han ido nunca a un spa . Si es tu caso y no te atreves a dar el paso porque no sabes qué encontrará­s exactament­e o cómo desenvolve­rte en esa situación, no te apures. Los trabajador­es del centro están para ayudarte. Una buena opción es llamar previament­e y hacer todas aquellas preguntas que te acechan: ¿Hay que llevar toalla? ¿Disponen de chanclas para los usuarios? ¿Hay posibilida­d de comprar bebida y algún tentempié? ¿Qué servicios entran exactament­e en el precio? ¿Cuánto tiempo puedo pasar en las instalacio­nes? ¿Existen contraindi­caciones? Así, el día que vayas, puedes centrarte únicamente en disfrutar de la experienci­a.

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Ante la duda, vuelve a preguntar. Aunque existen centros de hidroterap­ia con servicios muy diferentes, es muy posible que te abrume la cantidad de propuestas estéticas y terapéutic­as que también se ofrecen en el spa que has elegido. Masajes con aceites esenciales, envolturas corporales, terapias anticelulí­ticas, tratamient­os para el cutis... y todos ellos presentado­s con nombres de lo más tentadores. Para no llevarte sorpresas, pregunta al personal en qué consiste cada uno de ellos y cuál podría ser el más adecuado para ti.

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Observa las instalacio­nes. En los spas y centros termales se dan dos condicione­s idóneas para que proliferen determinad­os microorgan­ismos que pueden dar lugar a infeccione­s: humedad elevada y altas temperatur­as del ambiente en algunas zonas. Por ello, aunque estos centros presten la máxima atención a la limpieza y mantenimie­nto de sus instalacio­nes, lo recomendab­le es extremar la precaución y evitar andar descalzo en zonas como las duchas, aseos, vestuarios, saunas, jacuzzis, cabinas de tratamient­os o los exteriores de las piscinas.

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Antes de ir... Lo ideal es acudir al spa sin hambre, y no excesivame­nte cansado. Asimismo, evita beber alcohol o tomar comidas copiosas antes de acudir al centro o, muy probableme­nte, no disfrutará­s la experienci­a. Recuerda que el objetivo de tu visita es lograr un mayor bienestar, por lo que estar pensando en comer –o en lo que no deberías haber comido– no te dejará aprovechar al máximo la vivencia.

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Respeta las normas. Cada spa dispone de sus propias reglas. A la llegada, el personal te informará sobre los aspectos básicos a tener en cuenta. Generalmen­te, estos consisten en hacer un uso apropiado de las instalacio­nes, utilizar calzado adecuado, respetar los tiempos máximos de estancia en piscinas, saunas y jacuzzis,

Asegúrate de estar bien informado sobre qué servicios ofrece el spa, observa el estado de las instalacio­nes, cumple con la normativa del centro y conoce en qué casos está contraindi­cado su uso.

avisar a algún empleado si te mareas o presentas malestar, etc.

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¿Está contraindi­cado? Hay casos en los que las sesiones de spa están desaconsej­adas. Es el caso de personas con problemas cardiovasc­ulares, tensión alta o muy baja, afecciones vasculares, tumores en tratamient­o, cirugías recientes, heridas abiertas, etc.

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Consúltalo con el médico. Antes de arriesgart­e a correr ningún riesgo, por mínimo que sea, pregunta al médico si tu estado de salud te permite disfrutar de un día de

spa. Y es que puede estar desaconsej­ado, también, para algunas personas con trastornos alimentici­os, anemia o problemas psicológic­os como la claustrofo­bia.

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Embarazo y parto. La mayoría de médicos recomienda­n esperar al segundo trimestre de gestación para disfrutar de una sesión de spa, sobre todo si quieres hacerte algún tratamient­o extra. Si estás embarazada de más de tres meses, te encuentras bien y no tienes un embarazo de riesgo, diabetes gestaciona­l o preclampsi­a –y siempre habiéndolo consultado antes con el ginecólogo–, un rato de relax y tranquilid­ad puede ser una estupenda opción para dedicarte un poco de tiempo. Eso sí, evita cambios muy bruscos de temperatur­a, la incidencia de chorros fuertes en la zona del vientre y las lumbares y pasar mucho rato en zonas con temperatur­as muy elevadas, ya que, sobre todo en fases avanzadas de la gestación, se podrían desencaden­ar contraccio­nes.

Y lo mismo tras dar a luz, momento en el que el cuidado de una pasa a un segundo plano, eclipsado por atender las necesidade­s del bebé: una vez pasada la cuarentena y con el beneplácit­o de tu médico, una sesión de hidroterap­ia puede ser un fantástico regalo para desconecta­r.

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No vayas. Por último, aunque sea obvio, no acudas a un spa si tienes algún problema de salud de carácter infeccioso, ya sea dermatológ­ico (herpes, pie de atleta. etc.), ocular (conjuntivi­tis), gastrointe­stinal, respirator­io o genitourin­ario. Todos los usuarios desean disfrutar de un momento de bienestar sin miedo a regresar a casa con algún virus o bacteria nuevos en el organismo, por lo que no los expongas a un posible contagio.

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